La detención de Flavino Ríos Alvarado al salir de su casa el sábado antepasado, y cuya noticia se publicó hasta el día siguiente, sirvió para varias cosas. Principalmente para convencernos de que había un proceso legal en contra del ex gobernador sustituto. También, para mostrar la singular manera en que está operando la Fiscalía General del Estado.

Lo más importante, fue comprobar la eficiencia de las redes sociales para comunicar a la población y para que ésta transmita su primera opinión, la más pura y libre, respecto a determinados temas críticos. Si esa dominguera noticia le llegó a usted a través de la conversación, seguramente como muchos otros, escuchó un comentario que al paso de las horas se hizo frecuente y que se convirtió en clamor, repitiéndose en ciudades y pueblos veracruzanos de todos tamaños. Cuando la gente se enteraba de la suerte de Flavino ese día, la expresión inmediata era más o menos esta: ¡Queremos al gordo!

En efecto, si algo importante ocasionó esa detención, fue el recordatorio de que la sociedad mexicana no estará tranquila mientras el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa siga en calidad de prófugo.

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Y es entonces cuando en el escenario veracruzano se perciben circunstancias que pueden favorecer la captura de ese pez gordo. Pareciera que el gobernador Yunes Linares ya puede concentrarse en ese objetivo. Por qué se afirma esto. Ya se empoderó y apoderó del gobierno, donde pudo colocar a su entera satisfacción a quienes consideró convenientes como colaboradores, o como aliados en los otros poderes y órganos autónomos.

Ya concretó una purga de trabajadores al servicio del estado, que sirvió para colocar a su equipo de operadores políticos, y también para aligerar la carga presupuestal en todas las dependencias. Los medios de comunicación hablan de miles de empleados públicos despedidos, cuya salida debió fortalecer el esquema financiero de la administración pública entrante.

Y la meta más importante que acaba de conseguir, la ansiada aprobación del Congreso del estado para renegociar la deuda, hecho que le permitirá realizar algunas de las obras que ha ofrecido y también para mantener en paz al estado unos meses, utilizando los ahorros esgrimidos como argumento para gestionar la dichosa reestructuración de la deuda.

Esto quiere decir que en el gobierno veracruzano la cúpula gobernante llegó a la añorada cúspide, al punto de inflexión, al lugar desde donde ya puede observarse un panorama más tranquilo, con vientos más favorables.

Luego entonces ha llegado el momento de aspirar a que el gobernador del estado dedique todo su esfuerzo al cumplimiento de su compromiso más reiterado durante los meses previos. La detención de Javier Duarte y sus cómplices en el desfalco al erario veracruzano, cuyos casos más destacados no son los que ya encaminaron al reclusorio de Pacho Viejo.

Con una Fiscalía fortalecida y convertida en su principal brazo ejecutor, el gobernador Yunes Linares puede dedicar sus amplios recursos estratégicos a la localización y encarcelamiento de Javier Duarte, el gobernante más corrupto que ha conocido la historia de México.

Desde luego, entendiendo que el interés en su detención lo debe tener el pueblo y gobierno veracruzano, más que el que mezquinamente han mostrado hasta ahora las autoridades de procuración de justicia federales.

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