El domingo que viene se realizará la mayor y más compleja elección de la historia de México. Y no va a ser una elección que van a decidir los punteros en las encuestas, o los gobernantes a cargo del país y las entidades federativas. Tampoco será un proceso que puedan direccionar los grupos de poder económico o político o las enjundiosas y enredadas redes sociales .

En México, los que van a decidir la elección del primero de julio, van a ser todos aquellos ciudadanos que se sientan defraudados por las instituciones, o lacerados por la desgracia, o víctimas de las diferentes lacras sociales que se han apoderado de la nación.

Van a emitir su voto junto a los que no tienen carencias, todos los que integran las disminuidas clases medias y los sectores más pobres del territorio, además de todos aquellos que han sido perjudicados por la delincuencia imparable, por el narcotráfico permitido por las autoridades, por la corrupción gubernamental, por las pillerías comerciales de las élites empresariales o por las cínicas y desvergonzadas prácticas de políticos que a toda costa tratan de seguir medrando con los recursos nacionales.

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¿Quiénes van a votar este domingo? Van a votar los ciudadanos que día a día luchan contra todo y contra todos para llevar las mejores condiciones de vida a su familia.

En esta región del oriente de México, va a votar el Veracruz que no podemos negar y que ha empeorado en la última década. Van a presentarse a las urnas, los ciudadanos del Veracruz: pobre, desempleado y hambriento, diseccionado en un serio trabajo periodístico de investigación sobre la realidad socioeconómica estatal, que Noreste Palabras Claras presentaron a sus lectores el día 12 de este mes.

Un Veracruz—como describe esa oportuna publicación—con el 51% de personas que no pueden adquirir la canasta básica alimentaria, y donde existen 19 municipios con más del 90% de habitantes en condiciones de pobreza.

Un Veracruz con altas cifras de asesinatos, robos, secuestros y desaparecidos, que aumentan semana a semana y que ninguna autoridad puede detener. Una entidad federativa con decenas de exfuncionarios encarcelados por corrupción en el reclusorio de Pacho, y con el exgobernador Javier Duarte en el reclusorio norte de la Ciudad de México. Un estado que sus últimos gobernadores han colocado entre los más endeudados del país, casi toda esa deuda originada por la terrible ineptitud y corrupción, más que por las obras de infraestructura o beneficios sociales que ellos quedaron a deber a los gobernados.

Un Veracruz con la mancha internacional de que Karime Macías, la ex primera dama del estado—y célebre señora de la abundancia—se haya exiliado con opulencia y descaro en la ciudad de Londres, Inglaterra, una de las urbes más costosas del planeta.

Esos millones de veracruzanos afectados u ofendidos, que conforman cuando menos el noventa por ciento del padrón electoral, serán quienes acudan a las urnas el domingo próximo.

¿Y por cuáles de los candidatos votarán? Brindarán los sufragios a aquellos candidatos que consideren con suficiente honestidad y capacidad para cambiar el deprimente estado de cosas en que vive el grueso de la población.

Aquellos ambiciosos e ingenuos soñadores que creen que la sociedad es menor de edad o que olvida ofensas, promesas incumplidas e inmoralidades, pueden llevarse tremenda sorpresa. El primer domingo de julio, sufrirán amargo descubrimiento.

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