Sólo Jesús de Nazareth en el primer siglo de nuestra era, tuvo la capacidad de hacer milagros, multiplicar los panes y satisfacer a un pueblo ávido y deseoso de cambios. El mesías logró, con su palabra y con sus hechos, crear una religión como pocos hombres han conseguido en la historia de la humanidad.

Muchos siglos después, un partido político mexicano con afinidades católicas, está llegando a su fin y sólo quedan algunos trozos, diseminados o casi devorados por hambrientos roedores interesados en el poder económico.

El Partido Acción Nacional (PAN) llegó a tener grandes momentos y a colocar en la presidencia de la república mexicana a dos distinguidos miembros de su militancia: Vicente Fox y Felipe Calderón. Previamente tuvo a esforzados gobernadores, y mucho antes a ilustres pensadores y dirigentes que buscaban el bien común y la democracia, como Manuel Gómez Morín, Manuel Clouthier, Carlos Castillo Peraza o Luis H. Álvarez.

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Pero llegó la segunda década del siglo XXI, y también aparecieron aventureros audaces, piratas y bucaneros especializados en el abordaje sin escrúpulos y en la rapiña más corriente.

El primero de julio de este año, llegó la debacle anunciada y esperada por varios de los distinguidos y leales panistas de los años en que el partido fue una verdadera oposición a la figura presidencial y al partido de estado que era el PRI.

Ricardo Anaya se había apoderado de una fracción mayoritaria del partido, imponiéndose como candidato a la presidencia de la república, haciendo a un lado razones, esfuerzos y trayectorias de otras figuras de ese instituto, que sentían que podían hacer mejor papel ante el tsunami morenista de López Obrador, que finalmente ganó los comicios.

El domingo pasado, el joven maravilla de la triquiñuela panista, logró imponer en la presidencia nacional del PAN a Marko Cortés, uno de sus amigos y leales allegados.

Y el mismo domingo, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa -un panista de toda la vida- anunció por la noche, la creación de su propio partido político, invitando a todos aquellos que no quieran seguir siendo comparsas de Anaya. Y debe recordarse que unas semanas antes de la elección por la primera magistratura federal, su esposa Margarita Zavala había abandonado la candidatura a la presidencia que buscaba de manera independiente.

La descomposición del partido azul también vivió en Veracruz una de sus estampas más sucias el domingo pasado. Pepe Mancha y su historial de complicidades y marrullerías con el gobernador del estado, consiguió a la media noche, un raquítico triunfo en la elección para dirigente estatal del partido, ante el otro gallo de Yunes Linares, el caciquil Chapito de Tantoyuca, que vaticina pleitos y “concertacesiones” por la dirigencia veracruzana.

El pan que se observa en la mesa de la política local, no presenta ni buen olor ni buen color. Vamos a ver cuáles grupos quedan con el PAN de Anaya, y cuántos aparecen de pronto en la canasta de Felipe. El problema es que hubiera muchas rebanadas, migajas y moronas, y que estas ya no tengan gran valor.

Lo que preocupa a mucha gente es que en México está desapareciendo la figura de la oposición o de las oposiciones, que más bien recuerdan deposiciones. El PRI, el PAN y el PRD no terminan de cometer garrafales errores de estrategia política. Y frente a ellos, el feroz y consistente comandante de la nueva izquierda progresista, reclama todas las posiciones y el territorio completo.

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