“Dos de octubre no se olvida”, dice la ya cincuentenaria consigna libertaria nacional, nacida en el año de 1968, en la fecha en que el ejército mexicano masacró de manera brutal a decenas de estudiantes universitarios y de bachillerato que se manifestaban pacíficamente en la Plaza de las Tres culturas en la Ciudad de México.

Cinco décadas posteriores a ese trágico y vergonzoso hecho, que han servido para diversas causas, casi todas de carácter liberal, y que han contribuido a forjar un país diferente, plural, progresista y que, a decir del próximo presidente de la república, se prepara con el fin de entrar a su cuarta transformación política y socioeconómica.

El día de hoy se recuerda una lucha estudiantil surgida durante los meses previos a ese fatal día, en el marco de un movimiento internacional liderado por jóvenes que buscaban el respeto a sus derechos humanos y de pensamiento, así como mejores vías de interlocución con la sociedad y con los gobiernos establecidos.

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Una lucha con participación estudiantil, que obligó a cambios constitucionales y a transformaciones democráticas, que en México llevaron a que justamente en este año 2018, y en un verdadero ambiente de paz y concordia, un partido de la izquierda mexicana se alzara con la victoria en las elecciones presidenciales.

Andrés Manuel López Obrador y el partido MORENA obtuvieron un triunfo indiscutible y avasallador en la elección del primero de julio. Y puede afirmarse, sin lugar a dudas, que las generaciones jóvenes fueron las auténticas causantes de esta victoria política de la izquierda mexicana.

Por esta razón, la conmemoración de la caída de los mártires del 2 de octubre, será el mayor indicativo de que las cosas de la política cambiaron de manera drástica en este país.

Pero este recordatorio, que todo mundo trata de que no se olvide, debiera servir también para que no se olviden, y se recuerden permanentemente, los infortunados 250 mil muertos de este siglo, que han caído en la guerra contra el narcotráfico que lleva el Estado y que no parece tener fin.

Esa increíble cifra no es ficticia, la acaba de dar a conocer en mayo pasado el portal internacional de noticias RT, después de haber realizado una exhaustiva revisión en los archivos y en las instancias correspondientes. Sin embargo, a esta triste numeralia, habrá que agregarse la cuantificación de los miles de desaparecidos en todo el territorio, y que los colectivos de búsqueda han empezado a encontrar en cientos de fosas de cadáveres a lo largo y ancho de la nación.

Es cierto que necesitamos recordar la historia patria y sus consecuencias en todos los terrenos. Pero también es urgente presionar para que se tomen mejores decisiones gubernamentales sobre esa extraña guerra que sólo deja pérdidas. Y que como sociedad afectada, reiteremos sin descanso la indignación general en torno a este grave y creciente problema del siglo XXI.

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