Por un buen tiempo y a partir de ayer jueves, estaremos conociendo opiniones diversas con respecto a la sentencia que recibió Javier Duarte de Ochoa, el exgobernador de Veracruz, preso desde hace 17 meses en el reclusorio norte de la Ciudad de México.

Y tendremos que entender dos cosas: unas serán las opiniones de las personas que no tengan nada que ver con esta entidad federativa, y otras, seguramente muy distintas, las que provengan de gente con raíz veracruzana.

En efecto, más de ocho millones de indignados e incrédulos jarochos, comprobaron con esa sentencia del miércoles por la noche, que estaban en lo cierto. Que no se puede creer en la justicia mexicana, como tampoco se puede confiar en las autoridades que la administran mejor de lo que la proporcionan.

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Nueve años de cárcel y un poco menos de sesenta mil pesos de multa, es lo que mereció el más corrupto gobernante de la historia de Veracruz. Y es probable que esa seguridad que dan las complicidades eficientes, hubiera sido la causante de que, en todo el proceso judicial, el exgobernador mostrara su tranquila y cínica sonrisa en no pocas ocasiones. Esa noche Duarte—el preso número 9—pudo terminar de reírse de la sociedad veracruzana.

Fue certero aquella mañana de enero de 2016 el exauditor superior de la federación, cuando afirmó que Javier Duarte debería estar en la cárcel. Esa vez, el entonces funcionario de la fiscalización habló de 35 mil millones de pesos.

Ahora vendrán las repercusiones en los que fueron colaboradores y socios. Sabremos también cómo serán sus sentencias; si aparecen escenarios de venganzas y componendas. Habrá exfuncionarios que no aparecerán nunca. Seguiremos enterándonos de las “batallas” para completar la manutención de los hijos y de las graciosas y opulentas veleidades de Karime.

Algunos familiares de la pareja, a quienes les han detenido sus operaciones bancarias o financieras, podrán por fin gestionar para que todo quede como estaba antes de la detención del prófugo de la novela.

Y lo más seguro, es que la población veracruzana tendrá que seguir esperando la recuperación de los miles y miles de millones de pesos del erario.

Como en Fuenteovejuna, al final nadie supo nada. Sólo el “pagador” y su esposa. Peña Nieto anduvo haciendo videos promocionales, mientras que su Cervantes de cabecera entretejía en el poder judicial los últimos hilos de la comedia del siglo. Andrés Manuel ya avisó que él no verá para atrás, por estar dedicado al amor, al perdón y a la transformación. En Veracruz, el distractor del Reno brindará dos pacíficos meses de vacaciones a Yunes Linares y a sus proveedores exduartistas que contemplan felices como se difumina el azul en las aguas del golfo.

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