30.03.2016

Enrique Peña Nieto festejó ayer la trigésima quinta Asamblea General Ordinaria de la Fundación Mexicana para la Salud. En la celebración dijo que “a través de la Secretaría de Salud, el IMSS y el ISSSTE, se han construido, concluido y modernizado más de 580 unidades hospitalarias y más de dos mil 800 unidades de consulta externa, con una inversión que supera los 34 mil millones de pesos”. En números y avances, nada que objetar.

La salud es uno de los asuntos públicos más sensibles en cualquier sociedad y el Presidente actúa como si nada grave sucediera en el país. En su discurso ante cientos de médicos, recordó a Mahatma Gandhi cuando dijo que la verdadera felicidad es imposible sin la verdadera salud. Entre frases, frases y más frases, expresó también que la salud es la base del desarrollo de una sociedad, de una comunidad o de toda una nación.

Anuncios

Todo es fabuloso cuando estas palabras salen de la boca de un político. Enaltecen sus obligaciones como beneficios. Creen que al estar estipulado el derecho a la salud en la Constitución Política, éste se encuentra garantizado para todos. No es así. El ciudadano de a pie, el que sufre cuando llega a un hospital y no encuentra las condiciones mínimas para ser atendido, o aquel que comprueba que se medra con los medicamentos, sabe que lo dicho por los políticos es contrario a la realidad.

El Gobierno Federal habrá de enfrentar un primer reto: identificar con precisión a las personas que no cuentan con alguna cobertura médica, a fin de hacer efectiva la universalización de los servicios de salud con calidad. Si en verdad se busca abrigar a aquellos que no tengan garantizado el derecho a la salud, deberán empezar por poner atención especial a los operadores políticos que siempre tienen “hambre y sed” electoral.

La salud ha sido una buena mina para armar andamiajes de corrupción e impunidad en el país. Los veracruzanos saben que este rubro deja extraordinarios dividendos a algunos privilegiados.

Nadie olvida la pus que ha dejado el engaño de empresarios xalapeños que, siendo prestanombres de políticos, amasaron grandes fortunas a costa de la salud pública. Esos empresarios tienen cuentas pendientes en el Centro de Cancerología, donde han defraudado con medicamentos adulterados sin importarles la vida humana. Transitan con piel de oveja comiendo Asado y un buen Tinto, burlándose de Veracruz.

Señor Presidente Peña Nieto, tiene usted razón cuando dice que “gozar de una vida plena y duradera, no puede ser, también, privilegio de unos cuantos”. Sin embargo, pareciera que usted olvida que en Veracruz todo es incomparable y anecdótico. (AF)

 

 

Publicidad