Sara Ladrón de Guevara juega todas sus cartas políticas para completar 10 años al frente de la Universidad Veracruzana. Ha elaborado una propuesta de actualización de la Ley Orgánica con el propósito de conseguir dos años más en la Rectoría. Sabe perfectamente que esa posibilidad depende de su órgano de gobierno mayor, de su admirado gobernador y de que la Legislatura se lo autorice.

A ella no le preocupa en lo más mínimo el hecho de que “su universidad” caiga día a día en su disminuido nivel académico. Mucho menos le interesan cuestiones de moral o ética profesional. Pudo cumplir su sueño de ser la primera mujer rectora de esa institución, y con la reelección que goza en estos momentos y la reforma que impulsa, siente que puede ser la primera que llegue a los diez años de rectorado. La pretensión es que con los dos años más que busca en estos meses, coincida en su función con el sexenio del próximo gobernador.

A Sara nunca le interesó elevar el nivel de conocimientos en las aulas, ni tampoco buscó acrecentar o mejorar la infraestructura universitaria para la investigación. Jamás pensó en el hecho de que diversas carreras estén perdiendo el reconocimiento nacional, que a fuerza de trabajo y constancia de honorables maestros y entusiastas alumnos, lograron conservar facultades como Arquitectura, Estadística, Danza, Psicología, Informática, Ingeniería y algunas pocas más.

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A la señora Ladrón de Guevara -y del prestigio universitario- sólo le preocupa mantener el estatus económico que ha conseguido en estos años de reinado. Su mente está enfocada estrictamente en la ambición personal y no recuerda los nobles fines formativos de su Alma Máter. Quiere diez años de gestión y de prebendas por el alto cargo.

El portal Palabras Claras ha dado continuo seguimiento de los equivocados pasos y engañosas elevaciones de esta pequeña funcionaria a quien el destino y algunas componendas políticas llevaron a la oficina principal de la loma de la Rectoría. El editorial ¡AY, QUE BONITO ES VOLAR!, que se publicó el 29 de septiembre de 2016, resaltó los siguientes aspectos en torno a esa responsabilidad:

“¡Ay!, qué bonito es volar, a las dos de la mañana”, dicen los dos primeros versos de una famosa canción tradicional de Los Tuxtlas, una de las regiones del estado donde la gente está más familiarizada con los temas de la brujería y las fuerzas ocultas…”

“El tema viene a colación porque en la loma de la Rectoría de la Universidad Veracruzana, están pasando cosas extrañas, que a cada vez más personas les hace evocar situaciones como las que ocurren en los verdes montes de los Tuxtlas.”

“Nos referimos a hechos, no siempre positivos para la población universitaria, que parecen venir de decisiones tomadas en otras latitudes, o por mentes que nada tienen que ver con los objetivos institucionales de nuestra máxima Casa de Estudios.”

“Por ejemplo, decisiones de carácter académico o administrativo, en que los interesados suelen encontrar actitudes poco cordiales y odiosas que acostumbran los dos brazos ejecutores de la Rectora…”

“Además de la contratación que hacen, de gente sin perfil para el cargo, como compadres y amigos, en los pasillos universitarios, se habla de cacería de brujas y de persecución a catedráticos, investigadores y estudiantes críticos a su mala gestión.”

“Se dice que la asesoría y manejo a distancia de la Universidad, proviene del esposo de la Rectora, el señor Guillermo Heitler Aroeste, quien funciona como rector de facto y se ha convertido en un verdadero “Métome en todo”.

“También le atribuyen la decisión de entrar a la política grande y manipular al estudiantado en la megamarcha de marzo pasado para reclamar más de 2,300 millones de pesos que el gobierno estatal supuestamente les adeuda desde hace varios años.”

Los meses pasaron a su lado con gran indiferencia, y por supuesto, la deuda fue olvidada por la rectora. Lo que todavía recuerdan académicos y meseros de una famosa cafetería del centro de Xalapa, es la burlona expresión del señor Heitler, quien mientras ocurría aquella marcha universitaria, presumía a sus cercanos con frases como “Mira cómo trae Sara a estos pobres maestros”.

Los académicos cuestionan la Casita Blanca de la calle Corregidora 50, que remodelan amorosamente Sara y Guillermo gracias al boom económico que les cayó del cielo, y que avergonzaría a don Raúl Ladrón de Guevara Cuevas si pudiera verlo. La pareja de la rectoría saborea los dos años más que quieren conseguir en su universidad, y hacen planes para colocarse en el equipo de vencedores de Andrés Manuel, junto a Manuel Bartlett.

Mientras tanto, el añejo lema universitario que alude al arte, la ciencia y la luz, puede seguir aguardando. Y como dice la melodiosa oda a la magia y al ocultismo, ¡Ay, qué bonito es volar!

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