Al ritmo que caminan las cosas en Veracruz, todo hace pensar que a finales de este año podría presentarse un hecho que sacuda, de nueva cuenta, el tropical ambiente político. El proyecto sucesorio y la elección presidencial causan tal excitación, que más de uno ya busca embarcarse en la nave que garantice cruzar el próximo oleaje.

Bajo esas circunstancias, se sabe que alguna mente brillante del régimen, ha sugerido al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares separarse del cargo a finales de diciembre, para no afectar la decisión de imponer a su hijo Miguel Ángel en la silla principal del Palacio de Gobierno y con ello disminuir los efectos del nefasto “orgullo del nepotismo”.

En ese sentido, imaginemos –guardando las debidas proporciones, cualidades y calidades políticas- que se presente un hecho similar al que vivió don Fernando Gutiérrez Barrios en noviembre de 1988, cuando pidió licencia al Congreso local, para dejar el gobierno estatal e incorporarse al día siguiente al gabinete federal con el presidente Carlos Salinas de Gortari.

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Continuando ese ficticio momento de reflexión, cualquiera puede intuir el positivo efecto que tendrían en la población, palabras como éstas, en boca del gobernador Yunes: “Amigos veracruzanos, desde hace algunos años, ustedes como yo, sabemos del legítimo interés que mi hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, tiene por alcanzar la primera magistratura del estado. Como padre de él, debo confesar que su alta aspiración, me honra y enorgullece. Por ello, y como un acto de responsabilidad y madurez política, y con el fin de apoyarlo plenamente en ese camino, el día de hoy, he decidido solicitar a la honorable Legislatura del Estado, me conceda licencia para ausentarme del cargo. Muchas gracias por su apoyo a la elevada encomienda que ustedes me confirieron con su voto; gracias también por sus generosas muestras de consideración y respeto hacia mi persona y mi familia. A Veracruz le he cumplido, a los veracruzanos no les he fallado. Los responsables del saqueo están tras las rejas. ¡No a la deshonestidad! ¡No a la incongruencia política!”.

Aunque esa estrategia parece descabellada y fuera de contexto, bien pudiera estarse gestando en el equipo yunista, dadas las difíciles condiciones financieras en que se encuentra el gobierno del estado y la complicada viabilidad de que el actual alcalde boqueño alcance ese preciado sueño familiar. Pero también existen otras consideraciones relativas al líder del clan, que inciden en los escenarios políticos.

Justamente, en torno a la elección presidencial, a los candidatos más representativos y a las alianzas políticas en 2018, en su columna de ayer en El Universal, el periodista Salvador García Soto hablaba de “…otros gobernadores que, con pocos méritos y con muchas ambiciones, están listos para dejar “el cochinero” en sus estados y sacrificarse por la grande”.

También decía: “…otros apuntados como Miguel Ángel Yunes, esperan agazapados, con la perversidad que les caracteriza, su momento de saltar a la encendida batalla panista por el 2018”.

Por tanto, considerando el problema del nepotismo que hay que superar, y aludiendo a ese momento del que habla el columnista de la capital del país, podría surgir una solicitud de licencia de Yunes Linares y alguna posibilidad de que un condescendiente personaje de la política estatal, estuviera ya, afilándose las uñas por conseguir la gloria histórica de ser gobernador sustituto, y aunque sea, un añito de prebendas, de aplausos y de protagonismo gubernamental. Desde luego, llevándose su parte de descrédito, de oscuros manejos y de complicidad con los señores del estero.

Hipótesis y realidades que se mezclan. Pero todo es posible y factible en la vida, y sobretodo en la política. Por una gubernatura y lo que se pesque en el altiplano a nivel partidista o en el gabinete presidencial, por qué no, armar escenarios pro yunistas para continuar en el ensueño del cambio.

Como dijera el periodista Froylán Flores Cancela, “Desde el poder –a veces- se incuban los mejores propósitos y las más siniestras fechorías.”

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