En estricto sentido jurídico y social, el ayuntamiento de la capital del estado debiera ser un ente al servicio de sus habitantes; una institución preocupada por el crecimiento y mejoramiento de las condiciones del municipio y de los xalapeños en general. 

Se ha cumplido un año bajo el mandato del alcalde actual. Y si se hiciera realidad la idea lopezobradorista de consultar la continuidad de las autoridades de los diversos órdenes de gobierno, es muy probable que, en el caso de este municipio, los consultados rechazaran la permanencia de Hipólito Rodríguez Herrero.

Sin funcionar como un ayuntamiento al servicio de la sociedad, el de Xalapa más bien parece ser el ayuntamiento de Hipólito; un palacio donde florecen maravillosamente la autocomplacencia, las palabras y las intenciones, pero no los resultados de gobierno que todos siguen esperando. Lo más grave es que faltan todavía tres largos años para que el alcalde se marche a continuar su actividad académica, como alguna vez ofreció.

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Un año de simulaciones y de inacción. Primero, porque lo obstaculizaba la síndica Ivonne Cisneros, como deslizó. O porque le sembraron colaboradores que no funcionaban; o porque la sombra del excalcalde le ocasionaba travesuras. Así pasó 365 días en la hamaca de Enríquez, frente al parque Juárez. Después se fue la síndica que no lo dejaba despertar. Y tampoco ocurrió nada positivo. 

Cuando llegó Clementina Guerrero García a la Tesorería, muchos pensaron que funcionarían mejor las cosas. No fue así. De entrada, nadie tuvo la idea de mover a su hermano el contralor de CMAS, en atención a razones éticas o de corrección política. Pero cuáles razones morales, pensarían sus críticos, cuando ella misma pretendió dobletear ingresos -los del sueldo y los de la jubilación del IPE- aun contra la Ley.

Ahora, un regidor de oposición acaba de informarnos que no se usaron 600 millones de pesos que sudan gustosamente en los bancos. Pero la contadora Tula, que no fue eficaz ni transparente en la UV o en SEFIPLAN antes, tampoco dice nada de esa fuerte observación. Hipólito, quien primero la justificó por el asunto de la jubilación, trató de explicar este guardadito. Pero su problema es que ha dicho tantas cosas, como las que no ha hecho o demostrado.

El alcalde del florecimiento no puede acreditar resultados con su copiada vía recreativa de los domingos, o con los bailes masivos de los jarochos, o con los dos o tres reencarpetados de 500 metros lineales, que con evidente pena le inauguró el gobernador. 

Y aquí es donde surgen las señales y lo que viene para Xalapa. Hipólito y Clementina tienen como asesores estrellas a los mismos que ayudaron a empinar a Leonor de la Miyar, cuando esta quiso sorprender a Fidel Herrera con el rollo de que los subejercicios eran ahorros presupuestales. Por eso se rieron los diputados en su única comparecencia, y por eso mismo el entonces gobernador la quitó de la SEDESOL. La señora no daba resultados en el cargo, y en lugar de hacer las obras que exigían los veracruzanos, pulverizó el presupuesto para pavimentar no calles completas, sino cuadras, y así repartir decenas de contratos entre sus amigos empresarios de la CMIC.  

Habría que ver si esos asesores -como Raúl- no están dobleteando o triplicando sueldos sin clemencia. Quizá la directora del IPE pueda dar una luz al respecto. Y es posible que los que se apoderaron del ayuntamiento sólo vayan por los sueldos, aunque eso también sea corrupción, cuando no se reflejan en resultados a la ciudadanía.

Pero el tema esencial es que los xalapeños se quedarán esperando resultados. La desidia de Hipólito es clara. Ya dio el ancho que tenía que dar. Y para infortunio de la gente que reclama, eso es todo lo que hay.  

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