Hay de ciervos a siervos. En estos tiempos de la cuarta transformación en México, unos son los ciervos que pastan y ramonean en praderas y áreas boscosas del territorio y otros son los Siervos de la Nación que inventó AMLO y que le ayudan a distribuir los programas sociales en las entidades federativas. Ambas formaciones presentan una tendencia al crecimiento y a hacer sentir su fuerza en los escenarios donde campean.

Los ciervos o venados viven en los bosques montañosos y selvas tropicales alimentándose de arbustos y hierbas. En regiones apartadas su población ha aumentado y puesto en peligro los sembradíos agrícolas debido a la ausencia de cazadores y depredadores. En época de celo los machos más desarrollados compiten a muerte por las hembras utilizando la filosa cornamenta para liquidar o alejar a sus adversarios. Son animales que están incluidos dentro de las cien especies invasoras más dañinas del mundo.

Los Siervos de la Nación son una misteriosa y opaca formación que se dirige desde una oficina independiente en la que no se mete ni la secretaría de bienestar federal, responsable de los resultados oficiales de los programas sociales que distribuyen los citados Siervos, comandados por Gabriel García, un viejo y eficiente operador político de López Obrador.

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Los siervos de la nación han sido sumamente criticados por periodistas y dirigentes de partidos políticos, quienes han llegado a cuestionar su integración que parece estrictamente político-electoral, haciendo recordar los estilos fascistas o falangistas de los tiempos dictatoriales de Italia o España. Se dice que son 20 mil siervos muy bien pagados, de los que no se conoce su cifra exacta ni lo que el gobierno gasta en ellos.

Hasta ahora han entregado las pensiones a adultos mayores, los apoyos a sembradores y las becas a estudiantes y jóvenes ninis. En estos días se disponen a llevar a cabo la vacunación nacional contra el Covid-19 mediante las Brigadas Correcaminos. Para esto pretenden recorrer el país, haciéndose acompañar de cuadrillas de servidores públicos de la estructura burocrática de las diversas dependencias del gobierno federal para acuerpar a los vacunadores. 

Ante esta circunstancia, a alguien en la cúpula se le ha ocurrido convocar u obligar a trabajadores de oficina y campo de varios estados, que no saben de vacunación, que pueden tener enfermedades crónico-degenerativas y que no quieren andar en esas tareas ajenas a sus obligaciones laborales, logrando únicamente inquietar al personal y molestar a los diferentes sindicatos a los que esos empleados están afiliados.  

Y es así como comienzan los problemas donde todo estaba en calma aparente. Porque el hecho de tener ejércitos de personas no convencidas, conduce solo al fracaso. Y es que ni siquiera los abultados padrones de beneficiarios garantizan nada el día de las elecciones.

De nada le sirvieron los cuidados padrones del programa Solidaridad al PRI, cuando ganó Vicente Fox. Tampoco le funcionaron a Felipe Calderón y al PAN sus actualizados padrones del Programa Oportunidades ante la fuerza popular de Peña Nieto. A este en nada le ayudó ese voluminoso padrón de beneficiarios cuando AMLO y el partido MORENA ganaron abrumadoramente en 2018. 

Lo mismo puede pasarle a Andrés Manuel con todo y su ejército de Siervos de la Nación y los inflados padrones de becas, de apoyos a sembradores y adultos mayores que reciben pensión bimestral en actos masivos donde esos siervos suelen llegar con horas de retraso.  

El exceso de Siervos (sin convencimiento político real) en la estrategia obradorista, podría ser tan inútil como la abundancia de ciervos de la berrea que dañan la ecología en las laderas o en la espesura del bosque. 

La preocupación central tiene que ser por conseguir la credibilidad social en el mandatario nacional. Y en esto deben ser pulcros, porque los recientes treinta años de lucha democrática en México han demostrado varias veces que hasta los padrones más poblados y perfectos se vuelven inservibles.  

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