José Antonio Flores Vargas

Aunque quisiéramos pasar página y abordar otros asuntos más agradables, las circunstancias insisten en determinados temas.

La segunda parte de la entrevista que Enrique Peña Nieto dio al periodista Joaquín López Dóriga, presentada el martes en el noticiero estelar de la noche, reveló el pensamiento del primer mandatario del país, con respecto a los gobernadores señalados por corrupción desde hace varios meses.

A pocos días de su cuarto informe de gobierno y ante el cuestionamiento del reportero, el presidente Peña Nieto se desligó de ellos y remarcó que cada uno de los gobernadores acusados, deberá asumir sus propias culpas y defenderse como pueda. Dejó bien claro que él no meterá las manos por ninguno.

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En el caso de Javier Duarte, un importante periódico nacional, publicó  la aseveración del titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en el sentido de que el gobierno de Veracruz no ha solventado nada desde el año 2010, por lo que siguen su curso las denuncias presentadas ante la Procuraduría General de la República (PGR).

La primera interrogante que llega a la mente, con relación a esa grave denuncia de la ASF, es preguntar qué hizo el Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz (ORFIS), para obligar a los responsables, a atender tan grave acusación. Grave, por dos razones, una, la irregularidad que implica el no solventar esas observaciones, y la otra, el tamaño del monto reclamado, superior a 35 mil millones de pesos.

Entonces debemos cuestionar el papel que juega el ORFIS en Veracruz. O es que solamente es la universidad más cara del estado. Se afirma esto porque se comprueba que sólo ha servido para dar cursos de capacitación y declaraciones superficiales.

Y aquí llega otra pregunta. Para qué están la Comisión de Vigilancia del Congreso y la Contraloría General del Estado. No se sabe. Lo que sí se observa, en los tres personajes que están a cargo de esas instancias, es que son proclives al buen vestir y también a la traición.

Pero además de sus traiciones cotidianas, ampliamente conocidas en la conversación pública, han cometido la mayor de ellas, la que ahora sufre el pueblo de Veracruz, gracias a sus inoperancias y negligencias en los asuntos que, se supone, deben atender.

El diputado Francisco Garrido, el contralor Ricardo García y el Auditor de Veracruz, Lorenzo Portilla, con la mayor pulcritud que pueden mostrar, se han conducido como dicen que se conduce la policía china: con mucho misterio y penitencia.

Estas situaciones irregulares, ampliamente comentadas a nivel nacional por todos los medios de comunicación, explican la razón por la que la Cuenta Pública 2015, se entregará antes de que finalice la actual Legislatura.

Toda una red de complicidades en donde el Ejecutivo Estatal conseguirá la aprobación que marca la Ley, al tiempo que los diputados afines a la ganancia indebida, harán fila para obtener un millonario bono de marcha como muestra de reciprocidad. Todos sabemos que este apresuramiento permite ver un enorme signo de pesos.

Pero también hay patéticas señales de decadencia en el bloque cercano a Javier Duarte. Basta con observar la sorprendente apariencia actual del diputado con licencia Alberto Silva, su más leal escudero, para saber el grado de pérdida que cargan estos personajes.

La actitud mostrada por Peña Nieto en la entrevista mencionada, obliga a estar pendientes de las señales que se verán en el evento protocolario del próximo informe presidencial. Seguiremos viendo a un Duarte orgulloso, bien acuerpado por la diputación federal veracruzana, o por el contrario, observaremos el gracioso mutis de varios de los representantes populares, que sin vergüenza alguna, andan diciendo que no quieren saber nada del que ha sido su guía moral.

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