José Antonio Flores Vargas

En la historia política nacional han existido personajes que se recuerdan a través de las generaciones por su inteligencia y audacia para conseguir sus propósitos y también por su habilidad para sortear las dificultades. Ese tipo de personas, suelen tener una extraordinaria capacidad para hacer que la gente siga a ciegas sus pasos.

Comentaba uno de los funcionarios más cercanos a Miguel Alemán, una divertida anécdota que vivió el entonces gobernador con un dirigente veracruzano en esa época. Transitando los dos en la suburban de Alemán, éste le pidió que hablara por teléfono a un alto político con el fin de resolver un delicado asunto de ese tiempo. El comedido acompañante cumplió la instrucción y en presencia del gobernador trató telefónicamente el tema con quien estaba al otro lado de la línea. Al terminar la llamada, le dice a su jefe que todo está resuelto y que ya no debe preocuparse.

Para su desgracia, justamente en ese mismo viaje, aquel personaje de la alta política a quien habían contactado desde el vehículo, se le ocurre hacer un llamado al celular del gobernador, para preguntarle cuándo iban a resolver el asunto pendiente, del que nadie de su equipo se había ocupado hasta esa fecha.

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No sabemos el desenlace de ese penoso incidente para el que fingió la llamada, pero el caso quedó en los archivos anecdóticos de la política veracruzana.

Este hecho recuerda situaciones desbordantes, acontecidas en las cámaras alta y baja del Congreso de la Unión, donde fueron muy comentadas en su tiempo, las participaciones parlamentarias de un brillante veracruzano, experto en dominar los claroscuros y las formas y fondos de la política mexicana.

Se trata de un político políglota, de excelente cultura y enorme capacidad para resolver entuertos y para enderezar otros. Hablamos del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, ahora Cónsul de México en Barcelona.

Lo que está sucediendo en Veracruz en estos meses, hace recordar los modos para hacer política de Herrera Beltrán.

Hemos tenido días de silencios unánimes y voces unísonas y de repente aparecen lecturas similares, como venidas de ultramar.

La llegada de Flavino Ríos Alvarado a la gubernatura de Veracruz, escenificada en el Congreso Estatal, pareció un tradicional corrimiento escalafonario sindical, forjado con el cómplice silencio de siete enanos personajes que disfrutaban níveo helado de guanábana istmeña, mientras muy pocos diputados recordaron lo que dice la Constitución Política local.

Al otro día, desde temprano, muchos pensaron en Barcelona cuando descubrieron la siguiente fórmula: Fidel-Duarte-Flavino-Genaro-Víctor. Y confirmaron la idea cuando pensaron la siguiente ecuación: Si A es B y B es C y C es D, entonces D es A.

Si se observan atentamente los oportunos silencios de actores políticos que pertenecen a esa galaxia, se entenderán muchas cosas. Y si además se analizan lecturas similares con argumentaciones idénticas, se explican otras.

El dragón está dando coletazos. Pero su cabeza está del otro lado del mar. Y la fuerza de las olas debilita su cola, suavizando los golpes. Su movimiento sólo causa fresca brisa en este lado.

Cuando menos, así lo piensa un guerrero azul que pronto será príncipe y cree tener la espada mágica con vientos a su favor.

Pero Barcelona ya no vive tiempos medievales. Y Veracruz dejó de ser parte del reino.

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