Hace exactamente tres meses en la ciudad de Veracruz se confirmaba la presencia del coronavirus chino en suelo veracruzano. En redes sociales el empresario aduanero Ramón Gómez Barquín daba a conocer el contagio de un familiar que había viajado a España y que había dado positivo en la prueba de laboratorio. De acuerdo con sus palabras, la intención de ese mensaje era la de hacer conciencia en la población, destacando que la enfermedad era un hecho real, alertando en la necesidad de ayudar para que la infestación no se convirtiera en epidemia.

Desafortunadamente, desde ese momento hasta el día de hoy, transcurridos un poco más de 90 días, el municipio de Veracruz ha sufrido 319 muertes a causa de la Covid-19. El día de ayer esta entidad federativa superó los mil fallecimientos, teniendo a este municipio como el principal sitio de contagio junto con Coatzacoalcos, por cierto, dos de los principales puertos del Golfo de México.

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Veracruz es uno de los cinco estados con mayor afectación en la lista que encabeza la Ciudad de México. En el reporte oficial del sábado por la noche, se indicaba que la entidad contaba con 6,248 casos confirmados de coronavirus.

A nivel municipal, ese día el municipio de Veracruz tenía 2, 291 casos confirmados, significándose entre los municipios del país con mayor presencia del virus. Lo más grave de todo esto es que la epidemia no se controla y mucho menos se aplana la cambiante curva beisbolera del doctor López Gatell.

Cabe recordar que la primera acción municipal el 19 de marzo pasado, fue la orden del ayuntamiento, en el sentido de cerrar antros, bares y cantinas y decretar la disminución del 30% de mesas en los restaurantes. Tampoco debe olvidarse la desafortunada carta del secretario de gobierno cuitlahuista, sugiriendo dar marcha atrás en esas disposiciones y desconociendo como válidas las medidas tomadas por el alcalde Fernando Yunes.

Pasadas las semanas de ausencias y desencuentros entre las autoridades municipales, estatales federales implicadas, y contabilizándose los muertos hora tras hora, las cosas se encaminan a una mayor pérdida de vidas humanas, sean a causa de los efectos mortales del virus, a causa de insuficiencias médicas, a falta de pruebas y al pésimo manejo de las autoridades y funcionarios de los tres órdenes de gobierno.

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Ojalá y que la visita del presidente López Obrador este lunes, le dé oportunidad para observar la debacle sanitaria en el puerto y en consecuencia coloque al municipio entre aquellos a los que debe darse puntual seguimiento y atención en el tema Covid-19. No sea que los 319 fallecimientos se conviertan más pronto que tarde en tres mil, por falta de interés burocrático y por sobrada irresponsabilidad del gobierno de la república. Es incuestionable que el exceso de muertos en esa ciudad es un reflejo de la apatía y falta de compromiso con los veracruzanos. 

“No te metas entre las patas de los caballos”, es una conocida expresión popular que puede indicar consejo, alerta, aviso o amenaza. Si es amenaza, significa que saldrás lastimado o herido y que nunca sabrás por cuál de las patadas o caballos quedarás gravemente dañado o a punto de morir.

Pero pareciera que los miles de afectados por coronavirus en Veracruz están cayendo entre las peligrosas patas de caballos desbocados, o quizá de una manada de pencos, carentes de ánimo y fortaleza y dos o tres zopencos funcionarios que no saben ni en donde están parados. 

Esperemos que AMLO venga a Veracruz a algo más que no sea a hacer política autocomplaciente y a alzarle el brazo por enésima ocasión al medroso gobernador que modificó la Constitución para evitar que la sociedad le destituya por pobreza de resultados. 

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