Cualquier esfuerzo ligero para contabilizar a los numerosos interesados en ocupar la oficina principal en la próxima alcaldía xalapeña supera a los 15 candidatos. La cifra tiende a crecer cuando se medita en la facilidad y en la escasa calidad con que han llegado a ese cargo la mayoría de los aspirantes que lograron superar el requisito de la elección municipal o tuvieron que sustituir a los originalmente electos.
A la cifra tradicional de propuestas en las boletas comiciales, es posible que en tiempos futuros tengan que agregarse otros partidos políticos. Desde el año pasado se llevan a cabo conciliábulos y reuniones para crear dos más: Podemos y Vamos Veracruz, el primero con una composición directiva al estilo colegio, y el segundo, a partir de la alianza generacional del diputado Héctor Yunes.
De manera un tanto adelantada, pero justificada por las erráticas circunstancias políticas, desde hace algunos meses se habla de los posibles prospectos a contender en la siguiente elección municipal. Dicen que el priista que tiene mano alzada es Américo Zúñiga (¿beneficiario del eje Pepe Yunes-Podemos?), quien insiste en que dejó algo pendiente de hacer o recoger en el municipio.
La cuasimorenista Elizabeth Morales tiene ansias de regresar junto a sus grandes ideas. David Velasco desea impulsar el eslogan patriarcal y que por fin se olvide su apodo fidelista.
En otros colores del espectro, Sergio Hernández, un ambicioso y yunista bailador, quiere pintar de azul estéril al municipio; lo acompañan en la intención panista, los también soñadores Abel Cuevas y Antonio Luna. Uriel Flores, su excompañero de temporada bianual, el perredista exsubsecretario de la SEV que ya se cansó de vivir en el error y quiere más. Lo persigue atento Manuel Bernal, quien siempre sabe cómo acomodarse en la mesa principal.
Varios alemanistas y fidelistas -hombres y mujeres- ya se enlistaron en la carrera: Alejandro Montano, Reynaldo Escobar, Renato Alarcón, Carlos Aceves, Leonor de la Miyar, Érika Ayala y Silvia Domínguez. Se apresura a ganarles el brinco, Carlos García Méndez, un polifacético doctor honoris causa, que quiere olvidar a Sísifo y renovar su lucha por alcanzar la cima municipal.
Morenistas de casta y de capa -compañeras y compañeros- rolleros, empresarios, intelectuales y luchadores de las colonias, muestran también que tienen su corazoncito: Rafael Hernández Villalpando, Ernesto Pérez Astorga, Enrique Nachón, Guillermo Fernández, Ana Miriam Ferráez y Rosa Linda Galindo. Todos ellos aprendieron a acatar el golpe de suerte de la tómbola andresina.
En el lado empresarial también hay otros querendones: Carlos Abreu, Enrique Acosta y Carlos Luna, hasta ahora. Y si seguimos a todos los que ilusionados se asoman a la ventana, tendríamos que parafrasear al poeta Orlando Guillén. Escucharemos entonces una canción xalapeña para quince que son treinta.
Por desgracia o por fortuna, la vida no es tan fácil como ocurre en un sueño. Los deseos no se concretan al gusto del que sueña. La realidad es que la sociedad de Xalapa quiere otras caras, otras cabezas no huecas y maquilladas, que cuenten con cerebro útil y con neuronas vivas y libres de efectos secundarios. Están dadas las condiciones para que pueda tener oportunidad gente joven, sin historias negras y con auténtica disposición al trabajo y al sacrificio.
En este grupo más reciente están personajes como el empresario Gonzalo Pardo Ramos, a quien no se le conocen pecados u obsesiones insanas, y quien de manera transparente propone su participación, convocando a los jóvenes a representar al grueso de la población votante.
Y hay dos más que transmiten buenas sensaciones. Una, Daniela Griego Ceballos, la morenista y confiable directora del Instituto de Pensiones del Estado (IPE). La otra es Dulce María Méndez de la Luz Dauzón, la activa diputada federal por Movimiento Ciudadano.
Resulta prematuro pensar en elecciones, pero no es adelantado comenzar a prepararse y sumar adeptos, diseñando estrategias de campaña y propuestas constructivas en beneficio de la sociedad xalapeña.
