Si alguna institución se ha ido al suelo en los últimos tiempos en México, ese ha sido el caso del Partido Revolucionario Institucional, el PRI. Pudiera parecer exagerado el comentario, pero si uno se pregunta el nombre de un priista del país que haya levantado el honor de ese instituto político en lo que va de este siglo, con seguridad descubriremos que no llega a la mente una respuesta satisfactoria.
Aparecen nombres de personas denostadas por la sociedad. Especialmente, si empezamos a repasar apellidos como Madrazo, Granier, Cesar y Javier Duarte, Rodrigo Medina o Betito Borge, por no meternos con el presidente Peña Nieto, suficientemente cuestionado por el país entero.
Y si nos vamos a los últimos dirigentes de ese partido, sus nombres están en lo más hondo del olvido; sólo evocaremos al presidente actual, del que recordamos que fue funcionario de CFE, que se llevó una liquidación cuestionada y a quien comparan con el añorado cómico Clavillazo.
Si el tema lo trasladamos a Veracruz, de inmediato nos llenamos de nombres asociados a las acusaciones de corrupción, a la compra de votos, al nepotismo y al camino asegurado para llegar al gobierno y apoderarse de los caudales públicos y de los beneficios de las negociaciones al amparo del poder.
También vendrá a nuestra memoria el nombre de Amadeo, el anterior dirigente estatal, un líder gris al que le costó dejar el cargo para irse por lo oscurito. Tuvo que tomar su vía y alejarse entre las balas de sus compañeros de partido, que querían el hueso.
Ahora, armaron un circo y designaron a un presidente desde la Ciudad de México, sin las bases, porque no hay; están decepcionados y no quieren saber nada que huela a pri.
Renato Alarcón fue ungido el domingo por la vía virtual, y a decir de la delegada que vino, se lo ganó porque conserva algo limpio, sus manos. Aunque, como preguntaría don Adolfo Ruiz Cortines: ¿Ya estuvo donde hay? Creemos que la delegación estatal del ISSSTE, no es suficiente prueba para contestarle al fantasma del ínclito ex presidente, a menos que se conozca de dónde salieron los recursos que permitieron entregar pavos y despensas a colonos xalapeños, en su sueño por alcanzar la candidatura de la capital del estado.
En un estado donde el priismo carece de base y de liderazgo, daba igual poner a quien fuera, aunque fuera con una imposición.
Acaso, para conservar la poca militancia que recuerda a los añejos próceres priistas e impedir la desbandada.
Acaso para poderlo manipular y para no llegar a nada. O para tener el nombramiento en el currículum, como Flavino Ríos, el ex gobernador de los cincuenta y tantos días, que cuidó bien la salida de Javier Duarte.
Porque, qué contrapeso pudiera ofrecer Renato Alarcón a un zorro de la política como el que gobierna el estado, o a los liderazgos regionales que están negociando por dónde votar, y por cuánto.
Ningún contrapeso. Para renacer, al PRI no le bastan las manos limpias.
Y si llegara a renacer, pudiera resultar un Frankestein que ignore cuál es el camino.