Las estadísticas oficiales indican que la mayor parte de los mexicanos practica la religión católica. En esta época del año, todas aquellas personas que siguen esa doctrina se preparan para conmemorar los días de Semana Santa. Rezos, procesiones por las calles y representaciones populares de la crucifixión del Señor, convocarán a miles de fervorosos cristianos.

Aun así, y alejados de los preceptos de la fe cristiana, muchos políticos nacionales hacen lo contrario a lo que el Mesías predicaba. Y las historias de lapidación vienen a la mente. También aquella célebre frase de Jesús, cuando los hipócritas judíos quisieron apedrear a una mujer sorprendida en adulterio: “Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Y para desgracia del noble arte de la política y de la población mexicana, esta frase la podemos aplicar a todos los candidatos a la presidencia, que luchan encarnizadamente para obtener la simpatía de los connacionales que votarán en las urnas electorales el próximo uno de julio.

Anuncios

El primero que demostró tener ese acendrado fervor religioso fue el morenista Andrés Manuel López Obrador, quien consciente de las mañas que acostumbran casi todos los que desean alcanzar el poder, o la gracia de los poderosos, lleva algunos años anunciando y prometiendo el perdón general y la redención de los pecados. Por lo que se comenta sobre sus célebres dichos, la gente imagina que el Peje perdonaría al mismísimo Adolfo Hitler, si el genocida alemán anduviera por estas tierras. Pero eso sería algo imposible, no por el tabasqueño, sino porque el Führer de los nazis fue un hombre de otra época.

El segundo que trató de irse de rositas por todo el territorio mexicano, fue el queretano Ricardo Anaya, el que mediante constantes golpes de cinismo y audacia, está montado en una candidatura presidencial gracias a la venia e inclinada cerviz de obsecuentes y convenencieros líderes del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano. Al señor de las maravillas, diariamente se le fugan del armario toda clase de venganzas y pecadillos que generó en el pasado.

Pero de quien se pensaba que era el más congruente y serio de los seis aspirantes, también soltó una traicionera perla. José Antonio Meade, el candidato del PRI, escribió en un tuit el lunes pasado: “Uno, lava dinero con empresa fantasma; y el otro, de plano se ha convertido en un fantasma fiscal. ¡El que la hace, debe pagarla!”.

El señor Meade no se mordió la lengua. Sólo que olvidó su propia historia. Meade es un priista fantasma que deambula como tal por pueblos y ciudades, y a quien el gobierno quiere convertir en ganador mediante artimañas y artilugios. Y como al difunto Juan Gabriel, a Pepe Meade “se le olvidó que se olvidó” de meterle ganas al tema de las empresas fantasmas que movieron cuantiosos fondos públicos cuando él era secretario de hacienda, en cuyo tiempo, estaban en funciones los corruptos exgobernadores que usaron empresas fantasmas y facturas falsas para robar al erario.

Muchos fantasmas se guardan en los clósets de los candidatos a la presidencia. Quizá por ello, la gente tenga que voltear hacia las opciones independientes, como son El Bronco, Ríos Píter o Margarita Zavala.

Pero no sólo ocurre en el ámbito federal. En Veracruz se perciben problemas similares. Cuántos de los candidatos a la gubernatura esconden severos misterios en el desván o en el sótano. ¿Y cuántos personajes cercanos a ellos, guardan tremendos fantasmas en el clóset?

Bien valdría que escucharan aquel viejo consejo cristiano, trasladado a nuestro tiempo y a nuestras vergüenzas gubernamentales: “Si tienes fantasmas, guarda la primera piedra”.

Publicidad