Aun con los innumerables eventos multitudinarios, fiestas populares y festivales americanistas que el ayuntamiento de la capital del estado ha venido organizando durante esta administración para sus habitantes, y no obstante los importantes récords y beneficios logrados, este año se vislumbra una triste Navidad para el pueblo xalapeño.

Desde hace algunas semanas, los ambientes comerciales nos envuelven con las notas de la entrañable canción “la blanca Navidad, llegó…”. Sin embargo, los actuales tiempos veracruzanos de crisis, inéditos para toda la gente, indican que Xalapa, de manera especial, tendrá una triste Navidad, que ojalá no llegue a ser negra para nadie.

En efecto, la debacle financiera que vive el gobierno estatal, unida al cambio de administración, dejarán una honda marca a la población de este municipio.

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Xalapa está compuesto por alrededor de 123 mil familias, que en su mayor parte se desenvuelven en la actividad burocrática y educativa, dependiente de los presupuestos estatales. Esta situación se agrava al no contar con una sólida planta industrial o agropecuaria, ni con un sector turístico relevante, lo que empuja a un alto porcentaje al comercio informal y a otras ocupaciones laborales carentes de seguridad social.

La actividad económica local se manifiesta de varias maneras. Una, el arrendamiento de inmuebles al gobierno y a las empresas que le trabajan a las distintas dependencias públicas. Otra, la existencia de un amplio catálogo de constructoras y proveedoras de servicios, que ocupan miles de trabajadores en todos los niveles.

Pero muchas de estas empresas llevan meses o incluso años reclamando pagos pendientes, y por ende, afectando a toda la cadena productiva.

Otro de los rasgos característicos de la ciudad capital, con un índice superior al promedio nacional, es el hecho de que más de un tercio de la población se sostiene con los ingresos de mujeres jefas de familia, en gran parte madres solteras. Y todo mundo sabe que en el mismo puesto y responsabilidad, las mujeres suelen tener ingresos inferiores a los que reciben los hombres.

Por si el dato anterior no fuera suficiente, por ser la sede de los poderes del Estado, de los órganos autónomos y de las instituciones de educación pública, la capital de Veracruz tiene a más de 13 mil jubilados y pensionados, la mayor parte jefes de familia también.

Como puede deducirse, la actividad económica está supeditada a las finanzas del gobierno. Al estar ellas en crisis, la población se encuentra en situación de alta vulnerabilidad y está cargando con un grave deterioro económico.

Si consideramos también la noticia nacional que acaba de dar el secretario federal de la Sedesol, en el sentido de que más de 400 colaboradores de esa dependencia fueron denunciados por el mal uso del Programa 65 y más, y que Veracruz está entre los principales estados donde se dio ese ilícito, podemos pensar que Xalapa fue uno de los municipios donde se presentó ese desfalco en perjuicio de quién sabe cuántos cientos o miles de adultos mayores

Si a ello se le suma el hecho irrefutable de que el gobierno del estado vive en situación financiera extrema, y que puede complicarse el pago de sueldos y aguinaldos, como dijo el lunes el gobernador Yunes Linares, existe una alta probabilidad de que estas navidades sean sumamente difíciles para las familias xalapeñas.

Ojalá que en el informe municipal de este día, y motivado por el amoroso ánimo navideño que lo acompaña, el alcalde Américo Zúñiga, nos anuncie algunas acciones paliativas, como entrega de despensas y pavos –aunque sea con alguna difusión mediática—, así como un bonito festival de Pascuas, que incorpore concursos de baile para madres solteras o para jubilados y pensionados, y si fuera posible, para los miles de burócratas despedidos o con amenaza de ser corridos por los altos jefes del yunismo.

Y podemos seguir rompiendo récords: ya sea por el número de despedidos, o también, por el entusiasmo en los bailes.

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