La decepcionante salida del presidente Enrique Peña Nieto ante los medios de comunicación el día de ayer, mostró a un gobernante insensible a las causas nacionales y enseñó que desde el mes de agosto pasado, la agenda mexicana está en manos de Donald Trump.

El estilo cantinflesco que se vio ayer en el presidente, indica que no estaba preparado para salir a dar explicaciones ante la opinión pública. También demostró que asuntos importantes de este país se están definiendo a partir de lo que rodea al presidente electo de los Estados Unidos.

Por qué se afirma esto.

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Hace más de cuatro meses, cuando alguien visualizó que Trump podía ganarle a Hillary Clinton la elección norteamericana, derrotando la opinión que prevalecía en el orbe, el presidente Peña Nieto encabezó una recepción de Estado al entonces candidato republicano, obteniendo por ello una andanada de críticas de analistas políticos e intelectuales de todas las corrientes y rumbos.

En México los medios de comunicación se le fueron encima, y por si fuera poco, tuvo que retirar del cargo a Luis Videgaray, su secretario de hacienda y delfín presidencial, quien al parecer fue el encargado de concertar ese encuentro con Trump.

A partir de ese hecho y de otros problemas globales, el peso mexicano no ha dejado de depreciarse, pasando de 18.80 a 21.90 pesos por dólar. Incluso desde antes de esa fecha, Donald Trump ha estado haciendo declaraciones desafortunadas sobre nuestro país, que han hecho notar la importancia de no mejorar la relación entre México y los Estados Unidos.

Cuando Trump ganó la presidencia en noviembre pasado, incrementó sus ataques y propuestas sobre su famoso muro divisorio y el tipo de relación comercial que promete llevar con México. También ha presionado a los fabricantes de autos a que se regresen a ese país para dar empleos a los norteamericanos.

Después de ello se vino el tema de la competencia empresarial para comercializar gasolinas en México. Un poco antes de finalizar el año, la Secretaría de Hacienda dio a conocer los nuevos precios que rigen a partir de este enero. De inmediato, los excesivos incrementos provocaron importantes movimientos nacionales y toma de gasolineras para echar abajo la medida.

En lo que va de enero se han dado varios hechos lamentables que deben alertar a todos. En la Ciudad de México y en otras entidades federativas como el Estado de México y Veracruz, el pueblo enardecido ha saqueado supermercados, mostrando que la crispación social está a tope.

Al mismo tiempo, y como resultado de la presión de Donald Trump para reintegrar las armadoras de autos al territorio de Estados Unidos, se ha anunciado que la empresa Ford canceló una inversión de mil 600 millones de dólares en San Luis Potosí, con la consecuente pérdida de empleos en ese estado.

Esas circunstancias pudieron haber originado que ayer el presidente Peña tuviera que dar una apurada conferencia de prensa. No pudo tranquilizar a los mexicanos, pero sí mandó la señal de que las relaciones del país con el exterior es el tema más relevante en este momento.

En ese evento el presidente intentó decir, sin decir nada, y utilizó la reiteración vacía, sin ninguna explicación técnica o económica que sustentara el criticado aumento de las gasolinas.

Anunció dos nuevos cargos en su gabinete, uno de ellos el de la secretaria de cultura del país, la maestra María Cristina García Cepeda. Pero el principal nombramiento fue el reacomodo del artífice de la visita de Trump el 31 de agosto pasado. Luis Videgaray asumió la Secretaría de Relaciones Exteriores.

La ex canciller Claudia Ruiz Massieu, parecía llorosa mientras escuchaba atónita la cascada de consideraciones hacia su persona y las explicaciones sobre el aumento a las gasolinas, que en vano hacía el presidente, tratando de componer lo que a muchos parece totalmente descompuesto.

Como se señaló al principio, lo ocurrido hace pensar que además de tener un gobierno insensible, la agenda nacional se hace del otro lado de la frontera. Una verdadera tristeza, considerando que estamos en pleno siglo XXI, en una nación que forma parte del G-20, el grupo de los veinte países más poderosos del planeta.

Seguimos ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!

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