José Antonio Flores Vargas

Desde que los españoles llegaron a México hace más de quinientos años, Veracruz se familiarizó y mezcló con inmigrantes de raza negra. Desde esa época, el estado recibió sangre afroamericana que llegaba por barco, vía Cuba. Más cerca, a mediados del siglo pasado, el músico Francisco Gabilondo Soler, popularizó una canción infantil que hace alusión a esa esforzada y alegre gente.

“Si sospechas que traigo aquí, será todo para ti… Un negrito bailarín, de bastón y con bombín, con clavel en el ojal, pero que se porta mal…”, reza la composición de “Cri-Cri, el grillito cantor”, como se le conocía al orizabeño que cantaba a los niños.

Durante los últimos doce años de este siglo, Veracruz ha conocido a dos vanidosos y bien vestidos personajes, que se dicen de esa raza, y que tuvieron enorme influencia en los pasillos del poder público estatal. Uno, el “hermano” del gobernador Fidel Herrera, el famoso Rafael “El negro” Cruz, que tenía derecho de picaporte y de nómina en prácticamente todas las dependencias de gobierno.

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El otro, Víctor Rodríguez Gallegos “el negro que no se raja”, quien hizo su debut en el gobierno de Javier Duarte, cuando llegó como director administrativo con Marcelo Montiel, el secretario de desarrollo social.

Su estrecha cercanía con el político sureño, le permitió ocupar cualquier posición y hacer de todo lo que se requiriera. En Coatzacoalcos, había fungido como Secretario de Gobernación.

En Xalapa, ha sido el más cercano colaborador de Marcelo Montiel en SEDESOL estatal y federal, siempre pegado a los dineros. Este año, su guía y mentor lo impulsó a la candidatura a diputado local, que perdió el 5 de junio, junto con los miles de votos que había ofrecido al derrotado candidato del PRI a la gubernatura.

Pero Víctor Rodríguez sale a relucir de pronto en el comentado asunto de la investigación sobre las empresas fantasma que realiza el SAT. También aparece en la renovada investigación de los recursos federales desaparecidos de la SEDESOL en 2015, sustraídos de programas para apoyo de zonas marginadas y el de 65 y Más, retirados por trabajadores de la delegación, mediante tarjetas bancarias en cajeros de varias partes del estado.

El negro que no se raja, cuando se trata de realizar toda clase de irregularidades, se convertirá en un lastre si insisten en mantenerlo en el Movimiento Territorial, su último puerto, donde invierte el dinero malhabido. En su distrito electoral, es un cartucho quemado y despreciado por su cauda de pillerías y abusos, que poco ayudaría a los intereses políticos del senador Pepe Yunes, quien trata de ubicar a Marcelo Montiel en el PRI estatal.

Las investigaciones de las empresas fantasmas y de los fraudes en SEDESOL estatal y federal, conducen a varias cuentas bancarias, compañías constructoras y propiedades inmobiliarias, compradas al margen de la ley en estos años en Xalapa.

Las residencias presuntamente recién adquiridas por él y sus allegados, en los fraccionamientos Monte Magno, La Marquesa y Las Ánimas, no podrían ser justificadas con ingresos legales. En las instancias federales y estatales, trascienden inmuebles registrados a nombre de familiares de Víctor Rodríguez, de él mismo, de Felicia Parra Moguel, así como de Mario Oriani, ambos ex colaboradores cercanos.

En los antros xalapeños, sus ayudantes y “chicas poderosas”, presumen que “Víctor es un fregón”, hablan de sus borracheras, como aquella en que lo dejaron sin zapatos frente a su domicilio, o por los aviones que ha rentado para ir con el jefe a Coatzacoalcos, o por sus frecuentes viajes al extranjero.

¿Será un negro problema, con un negro futuro?

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