Jorge Cerdán y Marco Antonio Muñoz fueron los últimos gobernadores de Veracruz que nacieron en el municipio de Xalapa. Y de eso han pasado siete o más décadas. Y tal como se ven hasta ahora las cosas de la política estatal y de la elección de julio próximo, se percibe que el primero de diciembre de este año tendremos a otro gobernador xalapeño.

Miguel Ángel Yunes Márquez y Cuitláhuac García Jiménez se disputan ese alto honor, que desgraciadamente muchos políticos han convertido en infame anécdota histórica o en obligado motivo de repudio generalizado.

Y esa realidad ocurrirá con todo y las comedidas insistencias en hacer creer que el peroteño José Francisco Yunes Zorrilla se ocupa en realizar una verdadera campaña electoral, y que con ella tiene reales posibilidades de alcanzar ese cargo.

Anuncios

Aunque algunos piensen que los ganadores de los debates tienen madera de gobernantes, eso generalmente no ocurre. Cuando menos en México, existen otras variables (sobre la personalidad, o de tipo económico, político y social) más importantes que determinan un triunfo electoral.

En esto no sólo tienen que ver apellidos de prosapia, valores morales o capacidades técnicas o profesionales. Las condiciones políticas se construyen todos los días y todas las horas, y en esta época de la Internet y las redes sociales, en todas las áreas y sectores de la vida nacional o estatal.

Hemos visto dos debates, uno el de la XEU, mejor y más visto, y otro, un intento de debate, el del OPLE y sus cuestionados moderadores. Con eso ya vimos lo que los candidatos podían ofrecernos. No tienen más. Ambos debates quedaron cortos, como para pensar que pudieran modificar encuestas y preferencias. Mucho se ha escrito o dicho sobre ellos, sobre los debatientes y sus propuestas, buenas o malas.

A estas alturas de las campañas, la población veracruzana siente que sólo hay dos candidatos con posibilidades de alcanzar la votación necesaria para ocupar la única silla del poder en el palacio de gobierno.

El primero, Miguel Ángel Yunes Márquez, exdiputado y dos veces alcalde de Boca del Río, quien posee todas las condiciones y recursos para conseguir ser el triunfador de la elección. Cuenta con la protección y guía de su padre el gobernador Yunes Linares. Tiene en su favor a cientos de estrategas regionales de primer nivel y recursos que deben trabajar por su campaña, por indicación fulminante o terminante del guía familiar. Funcionarios estatales, alcaldes y funcionarios municipales, así como un ejército de alimentados y ambiciosos operadores panistas y algunos perredistas azules en todo el estado. También domina a discreción a estratégicos aliados prófugos de otras arenas, que cambiaron los colores por conveniencia y pragmatismo, o porque no tienen de otra.

El segundo candidato con posibilidades serias es Cuitláhuac García Jiménez, un hombre de portentosos títulos académicos, que ha vivido entre bibliotecas, universidades y la docencia. Su mayor fortaleza es la de contar con el respaldo de Andrés Manuel López Obrador, su guía, proveedor y mesías, quien, al carecer de contendientes fuertes, parece que se convertirá en el siguiente presidente de la república.

Pero ese hecho, se convierte en la principal debilidad de Cuitláhuac. Muchos votantes pueden decidir no entregar todos sus votos al mismo partido; o como dicen en el rancho, no poner todos los huevos en la misma canasta. Ese es un imponderable a considerar; una oportuna o inoportuna variable, que podría aparecer el fatal día de la elección, y que de ocurrir, beneficiaría a Yunes Márquez con no pocos electores más, porque, para desgracia de otros contendientes interesados en esa posibilidad, el rechazo social no llevaría votos a colores muy manchados.

Miguel Ángel o Cuitláhuac, en este mes de mayo, son dos xalapeños encaminados al gobierno del estado de Veracruz. Nadie más tiene condiciones para llegar hasta ese sitio.

Publicidad