Todo acto que atente contra la libertad sexual es lamentable para la victima y vergonzoso para la sociedad. Este hecho doloso se persigue aún en contra de la voluntad de la persona ofendida y no existe el perdón del agraviado. Por lo tanto, debe castigarse sin importar las circunstancias sociales, económicas o políticas que puedan existir alrededor.

Los asuntos de presuntas violaciones, a dos jóvenes en el Puerto de Veracruz, requieren una atención especial de parte de las autoridades para hacer valer el pregonado Estado de Derecho. Todo acto contrario a ley debe castigarse a través de las instituciones competentes. Gobierno y sociedad tendrán que respetarse mutuamente.

Las sociedades y las civilizaciones se han venido rigiendo por una serie de valores, reglas de convivencia, comportamientos y actitudes. Tienen como base las relaciones personales, familiares y sociales, y han estado estrechamente relacionados con la ética y la moral, porque, de esa forma, se ha buscado hacer el bien y evitar el mal.

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Entre los valores más fundamentales, destacan los de la persona, familia, educación, libertad, convivencia, solidaridad, paz, justicia, dignidad, honestidad, cortesía, respeto mutuo, respeto a los mayores, a las instituciones, amor a la patria, responsabilidad, prudencia, sensatez, sentido común.

Observar los acontecimientos sobre las jóvenes violadas en Veracruz-Boca del Río y escuchar las diversas opiniones que han surgido, obliga a reflexionar sobre la responsabilidad moral de los familiares de todos los involucrados.

Hay muchos valores que están sólidamente asentados y no por ello deben ser perpetuos e inalterables. La familia y la sociedad han de ser algo vivo y dinámico y deben adaptarse a la realidad social de cada tiempo. Es así como la vida progresa y evoluciona.

La perfección de esos valores se orienta a que los individuos y las sociedades busquen una vida digna que satisfaga más y mejor sus necesidades para llenar los sentidos. El entorno que les rodea ahora es cada vez más interdependiente y más globalizado. El mundo parece andar algo desquiciado y un poco al revés.

Es momento para que la sociedad veracruzana y los familiares, amigos, jóvenes, victimas y victimarios de esos hechos reprobables, hagan un análisis y medición de hasta dónde se ha dejado en “libertad” las acciones que generan este tipo de situaciones. La sociedad en su conjunto es responsable de que una parte de la juventud se encuentre en un proceso de descomposición, de prisas asombrosas y de malaventuras alarmantes.

El sistema de valores que rige a la familia, a la sociedad y a la vida pública del país está siendo violado. Así difícilmente se logrará una colectividad verdaderamente democrática, incluyente, solidaria y coherente. El mundo está dramáticamente desigual, confuso y desordenado, y padece los mensajes subliminales de los medios de comunicación. Por ello, no viene mal, hacer introspección de nuestras actitudes.

Evitemos los “hijos desodorante”, como alguna vez los bautizó Juan Villoro. Aquellos de los que sólo sabemos que han salido de su habitación cuando se percibe el aroma del perfume que han usado para salir con sus amigos, o con la peña, sin saber que es lo que hicieron o lo que van a hacer.

Los valores también están violados.

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