Los pocos días que han transcurrido de este Septiembre han dejado dos frases inquietantes e importantes por lo que pueden significar en México. La primera de ellas la soltó la presidenta Claudia Sheinbaum cuando en el discurso de su Primer Informe dijo que “vamos bien y vamos a ir mejor”. La segunda, la expresó el secretario de estado estadounidense Marco Rubio, después de su reunión con la mandataria: “No hay ningún gobierno que esté cooperando más con nosotros, que el gobierno de México”.
Y si recordamos que López Obrador destapó a Sheinbaum cinco años antes, cuando él apenas llevaba unos meses en el despacho presidencial, las cosas recientes en este país pudieran estar indicando que el secretario Omar Harfuch es el funcionario más cercano a la doctora, y al mismo tiempo, el personaje político que en este momento está encabezando las preferencias de su jefa dentro del gabinete.
Y estas circunstancias, que en efecto son tempranas para la sucesión presidencial, mueven a recordar aquel mensaje de pasillos obradoristas adjudicado a AMLO, el de “No se equivoquen, es Claudia”. Mensaje, por cierto, con retrato chocante para muchos, que intempestivamente en una modesta pared de la avenida Lázaro Cárdenas de la capital veracruzana, apareció como colorido mural con la frase “Es Claudia”, en el carril rumbo a Banderilla, a escasos metros del puente de la avenida Miguel Alemán. Pintura que nadie se atrevió a rayar o a tapar.
Entonces, en ese orden de ideas, por qué no podemos pensar en que hubiera este tipo de reflexión en nuestra científica presidenta: Si el manejo de mi gobierno contra la delincuencia, es lo único que puedo realmente presumir, y lo que me tiene con alta calificación ciudadana, entonces creo que acerté en priorizar la seguridad y la tranquilizad de la población luego del equivocado “Abrazos, no balazos” de mi querido jefe; y si el representante de Estados Unidos vino a alabar nuestra política y nuestro resultado en esa materia y contra el narcotráfico, es que Omar Harfuch sí está funcionando.
Y hablando de eficacia presidencial, quizá ese aspecto de la seguridad pública del país, es el único o el más alto en aprobación en ese informe. Porque del otro lado, y para no abundar mucho, ahí tenemos el reconocido pendiente oficial con el tema de la salud de los mexicanos, evidenciado en las bajas estadísticas actuales emitidas por el INEGI.
Otro aspecto que empieza a hacer mella al nivel de la ciudadanía preparada y pensante, es el abultado presupuesto de los programas asistenciales del Bienestar y de los elefantes blancos de la obras por ocurrencias, sostenido peligrosamente con billones de pesos de deuda pública que será impagable, y además con recurrentes mordidas atroces de la secretaría de hacienda a los presupuestos públicos de muchos sectores del gobierno, comenzando con salud, mantenimiento de infraestructura, cultura, ciencia o atención al campo, entre otros.
Incongruencia total del gobierno de la república y de muchos estados, donde con mucho garbo se publicita aquello de Amor por México, Amor por Puebla o Amor por Veracruz, cuando la sociedad ofendida percibe que en materia de enfermedades de niños, prevención, vacunas, medicamentos disponibles y atención en consultorios, al pueblo se le dan largas colas y simples y aguadas cucharadas, y no una auténtica política nacional de salud oportuna, eficiente y efectiva. El sistema nacional de salud, que estaba sostenido con las agujas del “Neoliberalismo”, fue dejado caer al suelo por las políticas nefastas de AMLO y su mediocre doctor Gatell, en la época de la siniestra pandemia de Covid que dejó más de 800 mil muertos.
Aunque puede haber un pequeño pelo en la sopa en ese augurio o plan sucesorio. Ese morenista Amor por México, que quizá ya anuncie algún ferviente “Amor por Omar”, no vaya a ser que fracase estrepitosamente entre las deudas y los errores, y que alguien como un endeudado y aguerrido magnate como el de de TV Azteca llegue a gritarnos a la cara: “¡Vamos bien, y vamos a estar mejor!: “¡Viene Ricardo Salinas!”










