La peligrosa crisis electoral que en estos días ocurre en Venezuela, recuerda aquella famosa expresión “Pobre México, tan lejos de Dios, pero tan cerca de Estados Unidos”, una frase que se ha asociado al régimen dictatorial de Porfirio Díaz que precedió a la Revolución Mexicana. 

Y en efecto, considerando las lamentables circunstancias ocasionadas por el presidente Nicolás Maduro, que mediante el fraude y la represión quiere reelegirse por tercera ocasión en el país bolivariano, puede afirmarse que durante 25 años de chavismo y madurismo, esa nación no contó con la gracia divina, aunque ahora sí se acercó a la verdadera democracia, y que además obtuvo el apoyo de Estados Unidos y diversos países del mundo.

El pasado domingo 28 de julio se efectuaron las elecciones presidenciales. Unos comicios que no fueron ni libres ni justos, que se produjeron en un contexto en el que el gobierno de Maduro controla todos los poderes del estado y reprime a la oposición, con un régimen autoritario que ha llevado al empobrecimiento del país, y donde millones de personas han debido exiliarse a otros países por las persecuciones políticas apoyadas por grupos delincuenciales y guerrillas y sobre todo por la falta de empleos bien remunerados. Colombia recibió el éxodo de 3 millones que tuvieron que huir del país por persecuciones políticas y pobreza extrema. 

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Al finalizar los comicios, en un boletín de manera irregular, la institución electoral señaló que Maduro había obtenido un 51.20% de los votos y que Edmundo González, el candidato opositor, logró sólo un 44.20%, justificando el retraso en anunciar los resultados con un supuesto “hackeo del sistema”. Al terminar la jornada, también se conoció que dos millones de votos que no fueron adjudicados a ningún candidato, modificaría sustancialmente el resultado de la elección. 

Publicaciones de ayer del periódico El País de España (Los resultados en Venezuela según la oposición: Por Estado, parroquia y mesa a mesa) y un poco antes de la Agencia Associated Press, informaron las cifras finales acta por acta, que comprueban que Edmundo González ganó la elección con un 67.1%  equivalente a 7.1 millones de votos, mientras que Nicolás Maduro consiguió sólo el 30.4%, con un total de 3.2 millones de votos.

Hasta ahora, países como Estados Unidos, Argentina, Colombia, Uruguay, Panamá, Perú, Ecuador, Guatemala, así como Alemania, España, Francia, Italia, Países Pajos, Polonia y Portugal, exigen la auditoría general de las elecciones, además del Centro Carter, la ONU y diversas organizaciones internacionales, intelectuales y periodísticas que respaldan al movimiento opositor, mientras que como única respuesta, Nicolás Maduro endurece la represión con 11 muertos y cerca de mil detenciones. 

La oposición también acusó que de los 5.5 millones de venezolanos en el extranjero, habilitados para votar, sólo un poco más de 69 mil electores, pudieron inscribirse o actualizar sus datos en embajadas del exterior. 

También el pasado sábado la líder opositora María Corina Machado tomó las calles de la capital y desafió a Maduro, arropada por decenas de miles de opositores, pronunciando frases como “Han perdido toda la legitimidad, el mundo lo sabe” o “Nunca hemos sido tan fuertes como ahora”. Se reportó además que miles de manifestantes estuvieron protestando ese mismo día en Colombia, en Miami y Santo Domingo. 

Medios de comunicación internacionales alertan sobre la posibilidad de que el gobierno pudiera tener en la mira a Machado y a González para su detención y encarcelamiento, y de ese modo acabar de tajo con las protestas y marchas multitudinarias. Y la oposición continúa centrando sus peticiones en la exigencia de publicar las actas comiciales. 

La presión internacional y el gobierno estadounidense incidirán en las soluciones que surjan en estas semanas. Todo el mundo sabe que Nicolás Maduro ha comenzado a oler el suelo de los llanos venezolanos. 

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