De acuerdo con la mitología helénica, Mnemósine fue la célebre diosa de la memoria y madre de las nueve Musas protectoras de las artes y las ciencias. Pero yendo al otro extremo, y de acuerdo con la etimología griega, el vocablo “amnistía” tiene el mismo origen que “amnesia”, con la diferencia de que esta última palabra significa “olvido generalizado”, y amnistía, sólo “el olvido de los delitos cometidos”.

El tema viene a colación a propósito de la discusión nacional y hasta internacional, respecto a la famosa “amnistía” pronunciada o anunciada hace algunas semanas por Andrés Manuel López Obrador, que ha puesto de cabeza a millones de mexicanos, que de inmediato lo asociaron con la terrible delincuencia que asesina a miles cada año, a partir de que el expresidente Felipe Calderón inició la ya interminable guerra contra el narcotráfico.

Y seguramente entre fallecidos y desaparecidos, la lucha contra el narco mexicano estará sumando un cuarto de millón de víctimas que perdieron la vida o que fueron desplazados de sus lugares de origen.

Anuncios

Pero además de esa terrible realidad, en nuestro país hay otro problema de similar magnitud, cuando se habla de pérdidas económicas de la nación. Se trata de la imparable corrupción gubernamental, beneficiaria de la inmoral impunidad. Hasta ahora, México no ha tenido un sistema de justicia que sepa castigar enérgicamente los miles de delitos por corrupción ocasionados por gobernantes y funcionarios de los tres órdenes de gobierno y no pocos ciudadanos de todos los sectores sociales y productivos.

Pero si se retoma el tema de la amnistía, y si reflexionamos con lo que ha ocurrido en Veracruz en los últimos tiempos, encontraremos que el estado ya es campeón nacional en lo que se refiere a perder la memoria, en cubrirse de amnesia y en conceder la amnistía a gente corrupta y sinvergüenza. Ni ha existido castigo suficiente, ni tampoco se han podido parar las corruptelas en las oficinas públicas. Y el olvido generalizado—o amnesia—ha permitido que muchos de esos actores de tramas de corrupción, caminen y vuelen por doquier, sin que ocurra absolutamente nada en contra de ellos.

Hasta se podría afirmar que Veracruz es ya el paraíso perfecto para la amnesia y la amnistía.

Repasemos las tres últimas décadas veracruzanas. Aquí van pequeños ejemplos: Primero recordemos los cinco mil cheques de la Secretaría de Educación, que durante varios sexenios, se estuvieron pagando a comisionados y aviadores. No se hizo absolutamente nada contra los responsables y beneficiarios. Después, veamos el caso del exgobernador Dante Delgado, que salió de la cárcel de Pacho Viejo porque los delitos prescribieron, no porque haya sido declarado inocente de los 450 millones de pesos que se malversaron en su gestión. Finalmente, vayamos a los miles de millones de pesos (¿8, 10, 12 mil?) que se evaporaron del Instituto de Pensiones del Estado y que los jubilados inconformes, le adjudican desde siempre a malos manejos administrativos, a desvíos y a falta de aportaciones en varios sexenios, incluyendo los de Miguel Alemán, Fidel Herrera y Javier Duarte.

Qué pasó con todos esos gobernantes y funcionarios inmiscuidos en esos negros asuntos. No pasó nada, la gente olvidó y no hace reclamaciones formales. Todos los señalados fueron amnistiados por la sociedad veracruzana. ¿De cuál memoria hablamos?

Ahora vayamos al mayor robo de la historia: los 75 mil millones de pesos que se reclama a Javier Duarte y sus hordas destructoras del erario. Después del enojo social, de las promesas de Yunes Linares y de sus esfuerzos siendo gobernador, sólo se han recuperado escasos mil millones de pesos.

Es cierto, hay veintitantos detenidos, empezando por el propio Duarte. Pero, alguien puede decir dónde quedaron los cuantiosos recursos que se perdieron de la tesorería estatal y de las cuentas bancarias de las dependencias. Nadie lo ha hecho, parece un tema a punto de marcharse en la nave del olvido.

¿Acaso no parece una amnistía general, el aparente “perdón” concedido por el régimen yunista a exfuncionarios como Erik Lagos, Gerardo Buganza, Carlos Aguirre, Octavio Delfín, Harry Grappa, Gabriel Deantes, y muchos otros que, sin tener fuero, siguen actuando como si nada. Y algunos de ellos, hasta conectados con las instituciones del actual gobierno.

Hasta el hecho de que según las encuestas electorales, un alto porcentaje de veracruzanos apoya que el gobernador entregue el mando a su primogénito, pudiera indicar que olvidamos la principal promesa incumplida de Yunes Linares. Alguien podría decirnos que no tenemos memoria y que le perdonamos el no cumplimiento de los que fueron serios ofrecimientos de campaña.

¿Acaso se amnistió también a otros sucios cabezones que están cobrando como diputados y gozando de fuero?. Porque, no se conoce que estén en proceso recuperaciones de dinero en efectivo, de cuentas bancarias o propiedades inmobiliarias o empresas incautadas. Lo que hay es exceso de circo con simples fines político-electorales.

Esto debieran reflexionar aquellos que se angustian con la palabra amnistía. Por desgracia para los veracruzanos, desde años atrás en el estado, se ha amnistiado a decenas de personajes que debieran estar en prisión; gente a quienes hace tiempo se les debió retirar muchos e inmerecidos haberes.

La amnesia y la amnistía—que estamos sufriendo en Veracruz—son conceptos que debieran causar asco y vergüenza. El olvido y el silencio permearon los tiempos veracruzanos y enterraron la incómoda memoria.

Publicidad