Apenas termina la primera quinta parte del siglo XXI en Veracruz, y casi se completan veinte años en que los gobernantes veracruzanos ven las cosas de distinto color a como las ven los ciudadanos que día a día luchan por sobrevivir.

Todo inició en 1998, cuando el mundo empezaba a dibujar la idea de celebrar la primera luz del milenio entrante, la del tercer milenio que vendría acompañado de las mayores luces del progreso, el conocimiento y la cultura.

Y el sentir optimista, irreal e ideal de aquellos tiempos, aún subsiste en algunos veracruzanos. Generalmente, en los que tienen que ver con el gobierno y sus cabezas principales. Y persiste, aunque el grueso de la población vea otras cosas, otros colores, otros horizontes y otras circunstancias, muy diferentes al discurso fácil que tratan de meterle los políticos entre las rebeldes neuronas.

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Así lo vivimos en Veracruz cuando llegó Miguel Alemán con su primer mundo y sus ejecutivas reuniones de consejo con sus cercanos colaboradores. Su inicial Disneylandia particular, acabó en el momento en que llegaron las trágicas inundaciones de 1999, que mataron a más de ciento veinte personas y lo obligaron a construir o reconstruir cerca de 25 mil viviendas que desaparecieron bajo el lodo y el agua.

Después llegó Fidel Herrera, el fiel constructor de los mil puentes numerados, que donde quiera que iba, tenía recursos monetarios a la mano, para aplicar una política compensatoria a quien le insistiera con suficiente maña y sin descanso. Con recursos públicos sin control, fue el padre benefactor de muchos sinvergüenzas de colonia y politicastros de poco mérito y exceso de hambre. Dio apoyo en demasía a las mujeres que ambicionaban cargos, y su máximo error fue haber visto a quien iba a sucederlo, como un candidato color de rosa.

Y así triunfó Javier Duarte, el que desmadró y hundió las finanzas de Veracruz, empeñado en trastornar lo poco que había y brindar merecida abundancia a su esposa, familiares y equipo cercano. En ese tiempo, en que le crecieron las bandas criminales, el simpático gordo comía tortas de La Rielera mientras afirmaba que aquellos sólo eran malandrines que robaban tutsies y gansitos. Así con esa visión ligera, al quinto año le llegaron la Auditoría Superior de la Federación, el SAT, la Procuraduría General de la República y la incómoda cárcel. Destino igual que debieron sufrir algunos de sus compinches.

Pero después nos alcanzó el poder del yunismo azul, quien al puro estilo chino y con sueños color de rosa, pretende convertirse en dinastía imperecedera. Y mientras los sueños dinásticos se hacen efectivos, la delincuencia sigue creciendo en Veracruz con números escandalosos.

Triste realidad la veracruzana. Inmediatamente después de cada caso trágico, las autoridades señalan que los muertos y mutilados, cayeron en ese destino porque eran parte de la delincuencia.

La explicación ha sido que las decenas de muertos de esa oscura estadística, con periodistas incluidos, es porque casi siempre eran parte de esas peligrosas actividades. Los que han caído en ese camino, en automático son estigmatizados como delincuentes también.

En esa tónica de lavarse las manos, la semana pasada el fiscal Winckler pretendió corregir a la señora Isabel Miranda de Wallace, la más renombrada luchadora contra el secuestro en México, cuando ella mencionó que en Veracruz ese delito ha aumentado un 462 por ciento.

Y así por el estilo anda el equipo del palacio. Si hablamos de la salud, de inmediato sale a relucir el secretario equilibrista Irán Suárez. Al ser interrogado respecto a los medicamentos contra el VIH, el galeno reconoció que “el tema es dinámico; tenemos pacientes contaminados, pero también tenemos pacientes que fallecen desafortunadamente. Es un equilibrio de fuerzas”. Luego entonces, para qué buscar más presupuesto, si al final los enfermos van a fallecer.

Sobre esa torpe e insensible explicación del funcionario, la doctora Patricia Ponce no entiende que para el galeno, sólo se trata de una simple cuestión de economía de la salud.

Pero el tono pastel que se aferra al escenario veracruzano, continúa en la política asistencial yunista. Este año ha traído el famoso esquema del “sueldo rosa” (los apoyos destinados a las mujeres) aplicado en otros tiempos y en otros estados. El ejecutivo estatal acaba de informar que iniciará en este febrero el programa “Veracruz cuenta con las mujeres” para beneficiar a 150 mil madres solteras y 60 mil mujeres de más de 60 años, que se encuentran abandonadas. Se trata de una impecable beca para señoras, acompañada de apoyos para vivienda, atención dental, etcétera.

Este programa que las mentes ociosas de inmediato calificarán como un programa electoral, será operado por Indira y la Sedesol estatal, el brazo político de su gobierno.

Con todo el poder político y económico del imperio yunista, el Veracruz del siglo XXI seguirá con la vida en rosa.

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