Veracruz vive en plena efervescencia política por dilucidar quién de los casi seguros candidatos a la gubernatura, alcanzará la estafeta ganadora en la elección del próximo primero de julio de 2018 para suceder a Miguel Ángel Yunes Linares.

Iniciaremos analizando al personaje que tiene las mayores posibilidades de serlo, si consideramos los cuantiosos recursos políticos y económicos que pueden moverse en torno a su proyecto: Miguel Ángel Yunes Márquez, nacido en una familia que -a deducir, por lo que cuentan sus padres- siempre supo que él sería gobernador.

Sin embargo, este candidato tendrá que cargar a cuestas con los aspectos positivos y negativos que al día de la elección arrastre su padre, el actual gobernador veracruzano. A él y a su partido o coalición que lo respalde, le adjudicará la sociedad lo bueno o lo malo que acontezca en ese momento en el estado. Por otro lado, es un hecho que le afectarán las sempiternas desavenencias entre los principales liderazgos azules que perviven en el territorio y las propias del escenario amarillo.

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Después hablaremos de Cuitláhuac García, el candidato de Morena y Andrés Manuel López Obrador, que desde luego tiene una gran fuerza social en las ciudades más grandes, aunque no tanto en las poblaciones pequeñas. El candidato morenista estará sujeto al vaivén de simpatías alrededor de su guía y fortaleza. Si el peje crece en Veracruz, crecerá Cuitláhuac; por el contrario, si el candidato presidencial disminuye en el ánimo popular, el veracruzano bajará en sus momios.

Por último debemos considerar a José Francisco Yunes Zorrilla, el que será candidato del PRI, sin ningún parentesco con los Yunes instalados en la actual gubernatura. De Pepe, como le gusta que le digan, nadie podría en este momento asegurar de qué forma será su campaña y sus resultados, debido a que depende de muchos factores.

El más importante, es que su líder y respaldo principal es su amigo y candidato presidencial tricolor. Si José Antonio Meade sube en las encuestas, subirá Pepe Yunes. Pero si baja, igual bajón sufrirá el político de Perote, aconteciendo lo mismo que le sucede a un emocionado muchacho cuando sube a una rueda de la fortuna.

Otro factor más, es el inexistente trabajo del PRI en Veracruz, dirigido ahora por un verdadero fantasma de la opereta, y probablemente dirigido en fecha venidera por otro simulador, que por sí mismo no ha ganado ninguna elección en su trayectoria de oropel, siempre cobijado y cogido de la mano por sus protectores.

Pero el factor más peligroso para José Yunes, es que el que debiera ser su principal apoyador -si se recuerda aquel pacto firmado en el agua-, y que es Héctor Yunes, no le brindará ningún apoyo real, o si acaso muy disminuido, a causa del síndrome del alacrán. Esto, que parece apreciación malintencionada, no lo es, ya que se murmura o se grita en varios municipios del estado.

Si el tema es de capacidades, los mencionados prospectos a gobernador, cuentan con ella y con más o menos experiencia para dirigir un estado. Pero en julio de 2018, la elección no sólo será de conocimientos, capacidades o experiencias.

¿Entonces, quién podría ser el candidato ganador?

Podría ser uno de los mencionados. Pero para lograrlo, deberá comportarse y vestirse como un candidato distinto a lo que estos tres personajes andan vendiendo, como si estuvieran ofreciendo fuegos artificiales en un campo repleto de barriles de pólvora.

Será gobernador del estado, el candidato que sea como quiere y como aspira la sociedad. Un candidato honesto, valiente y leal con los veracruzanos; uno que se vista como el Veracruz que deseamos los veracruzanos.

Un Veracruz donde no haya un 60 por ciento de pobreza; un Veracruz que no vaya a la cabeza en asesinatos, desaparecidos, secuestros y delitos comunes; un Veracruz que rompa con los cárteles del narcotráfico; un Veracruz que entierre la corrupción y la impunidad de sus servidores públicos. Un Veracruz que pueda crear empleos suficientes y bien pagados. Un Veracruz por dónde puedan caminar sin peligro, mujeres, niños, ancianos, estudiantes y trabajadores.

Un Veracruz que deje atrás su pesada cruz.

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