Como se ha señalado en Palabras Claras, el verdadero peligro nacional radica en que se normalice la corrupción como una forma de vida cotidiana para los mexicanos. La razón para insistir en ello es que la rampante corrupción ha permeado del ámbito público hacia todos los sectores porque los políticos y los funcionarios llegan a los cargos con la misión de servirse y no con el propósito de servir para el bien común.

Desde hace más de 20 años en Veracruz, el saqueo y los negocios monumentales que se pueden hacer en las oficinas de la administración pública, lejos de disminuir, siguen aumentando. Cuando cayó (o “se entregó”) el exgobernador Javier Duarte en Guatemala, hubo expectativa de que correrían nuevos aires en el Golfo de México, pero su sucesor, Miguel Ángel Yunes Linares, demostró que no pudo llevarse más, por el tiempo que gobernó, y sobre todo porque se frustró su idea imperialista sucesora utilizando a su primogénito Miguel.

Con el arribo de Cuitláhuac García al gobierno de Veracruz, la esperanza del cambio renació en la entidad durante los primeros 6 meses de su administración, pero el abandono y la incapacidad que mostró para gobernar, sumadas al cuadro de funcionarios que escogió para conducir el estado, rápidamente hicieron que cobrará vida morenista la célebre frase de Juan Gabriel: “Lo que se ve, no se juzga”.

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Y con esa musical sabiduría popular, el gobierno cuitlahuista de Veracruz se mece entre la ineficiencia y la corrupción, mal tapada por Cuitláhuac, el más honesto gobernante que se ha sentado en el Palacio principal de Enríquez, según lo decretado por su mentor, el presidente López Obrador. 

La honradez, la lealtad, la austeridad y el trabajo son los signos que menos podrían resaltarse en la administración cuitlahuista. El jefe y los colaboradores han demostrado que no saben ni cómo excusarse en sus constantes tropiezos, y además han renunciado a decir la verdad cuando son cuestionados sobre los asuntos que interesan a los veracruzanos.

El gobernador García Jiménez habla como si la realidad no existiese, y no siempre la tiene clara, porque la desconoce. Ha hecho propuestas que son descaradamente imposibles, como el tren ligero en Xalapa, pero, como buen bufón, culpa a los medios de sus torpezas y hace análisis, promesas y da cifras absolutamente delirantes.

Esta improvisación cuitlahuista, que tiene a Veracruz en una debacle económica, política y social, se hace fuerte y amplia, con respaldo de una sincronizada comparsa de vividores en el ámbito público y privado, que ha aprovechado para atracar vorazmente los presupuestos públicos en forma escandalosa, situación que al final de sus días se conocerá como el asalto del sexenio de Cuitláhuac.

Y entre los graves problemas que enfrentará García Jiménez, están las miles de ventas de plazas para maestros (sin contar los 200 mdp extraviados en Espacios Educativos), procesos donde estarían involucrados familiares de primera línea del secretario Zenyazen Escobar -quien trata de defenderse como gato boca arriba, saca videos, se auto entrevista, hace boletines y culpa a los del pasado-, el subsecretario Jorge Uscanga, el diputado morenista Juan Javier Gómez Cazarín, el secretario de finanzas José Lima Franco y otros funcionarios de la Secretaría de Educación.

Otro de los casos de corrupción lo encabeza el secretario de infraestructura y obras, Helio Hernández, una dependencia donde la asignación de obras sin licitación y sin expedientes técnicos completos, se usan como rico filón para medrar con un gran abanico familiar. En ello participan empresarios constructores que son compradores de bienes y prestanombres de secretarios de despacho, que, frotándose los dedos, han manifestado públicamente, ante Marcelo Ebrad, que ‘es necesaria la continuidad de la transformación’. Una boyante estirpe, que a la izquierda le sirve lo mismo para un roto, que para un descosido, siendo el reflejo de que ahí “todos los gatos son Pardos”.

En Veracruz cultivar y maicear la corrupción, también es la norma que aplica Cuitláhuac García. La agenda oculta de su sexenio descubrirá a los verdaderos y familiares integrantes del consorcio Veracruz S.A, una globalizada y creciente empresa del golfo, al servicio de la honorable cuatroté y su puntilloso y rollero guía.

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