En el editorial del pasado 8 de enero, hablábamos del reto colosal que se había echado a cuestas José Francisco Yunes Zorrilla, el precandidato y candidato del PRI a gobernador de Veracruz. Ese día en Palabras Claras se dijo lo siguiente:

“Sin duda alguna, Pepe es, al día de hoy, el mejor prospecto del PRI para buscar la próxima gubernatura veracruzana y para enfrentarse con posibilidad de éxito a los otros contendientes al cargo. Sus características propias y su poca vinculación a los gobiernos priistas anteriores, así lo indican. Y también, su fuerte amistad y relación con el candidato presidencial José Antonio Meade.”

También se apuntó que “Pepe arrastrará la cauda de corrupción del duartismo, nadie lo puede negar, pero a su favor tendrá la decepción de muchos priistas y de otros partidos, a quienes les ganó el canto de las sirenas del cambio yunista que quedó en nada.”

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Han pasado las semanas. Está concluyendo el primer mes de acción política y de reuniones para ese fin supremo. Por otra parte, y quizá en su favor, este trágico mes han sucedido muchas cosas que harán pensar fríamente al electorado, si Pepe es mejor candidato que los otros, como afirman los priistas. Y por desgracia para la población, la violencia ha incrementado en gran parte del territorio.

Algo que ha llamado la atención de la gente, es escuchar de Pepe, la convicción de que sí es posible tener un Veracruz mejor y de que el estado puede acabar con la negra etapa de inseguridad en que está sumergido. Y se agradece que uno de los principales candidatos a gobernador, tenga actitud y pensamiento ecuánime, y sobre todo, esperanza en conseguir esa paz veracruzana que todos anhelan.

Tal vez el político peroteño esté pensando en manifestar como bandera permanente, la positiva actitud ante las circunstancias difíciles, que siempre ha tenido. Y por otro lado, nadie puede negar que la numerosa población que conoce y ha tratado personalmente a Pepe en sus frecuentes recorridos por el estado, guarda leal simpatía por el caballeroso personaje que muchas veces ha llevado apoyos a la gente que lo requiere y a las autoridades emanadas de su partido.

Debe reconocerse que al paso de los años y de las visitas a los pueblos, esas personas del interior pueden constituirse en el voto durable y fiel, que no quiera recibir dádivas o discursos vanos y opere en su favor, el día de la elección. Ello, además del considerable y legendario voto duro del PRI, al que acude el partido tricolor en todas las jornadas electorales.

A Pepe debe aplaudirse su sincero reconocimiento—aceptado en privado—de que en las encuestas tal vez no esté en el primer o segundo lugar, como insisten en publicitar algunos negociantes de los estudios demoscópicos. Pero sabe perfectamente que puede cambiar en su favor esa numeralia “en contra”, que a veces es producto de cuestiones mercadológicas o de efecto tsunami, más que de realidades.

Pepe Yunes está apelando al voto duro, como fue su apuesta en la integración de la fórmula al senado y en algunas candidaturas a las diputaciones. El líder magisterial Juan Nicolas Callejas podrá sumarle cifras de votación que otros no tienen. Pero como ya dijimos, también está apelando al voto durable, ese que jala desde hace años, el de aquellas personas de las colonias y comunidades, y el de algunos líderes de opinión, así como del nutrido grupo de amigos y seguidores que aspiran a que una persona normal, tranquila y preparada, asuma las riendas del brioso corcel en que las circunstancias han convertido a Veracruz.

Pepe Yunes continuará recorriendo Veracruz, no con la falsa seguridad de las cambiantes encuestas, sino con la confiabilidad que tiene su marca, su nombre y su estilo de hacer política.

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