Cuitláhuac García es malo para los cuentos y pésimo para las cuentas de gobierno. Lo realmente suyo parece ser el baile y las redes sociales, donde pudiera tener algunos admiradores. La opacidad es el signo de su administración: escasas obras de infraestructura, subejercicios presupuestales, rechazo a las licitaciones públicas, pocos resultados de gobierno, nepotismo palpable y cinismo y atrevimiento a la hora de hacer declaraciones sobre su pobre accionar. Su mayor logro -como profesa- haber ganado la gubernatura a los Yunes azules.

Sobre la criminalidad y la impunidad, tenemos que señalar que la fiscalía general del estado es excelsa, pero en las mesas para la foto; y es omisa e inoperante para la resolución de los problemas delincuenciales que aquejan al estado.  Secuestros de políticos, ambientalistas y periodistas quedan para las hemerotecas y para llenar el limbo histórico. Feminicidios, desapariciones, cobros de piso y secuestros solo van bien en las estadísticas que los encargados presentan en esas enrolladas mesas del autoelogio.

La acción en el campo veracruzano es la que promueve y apoya el superdelegado Manuel Huerta con los cientos de millones de pesos “que les manda López Obrador” cada año a cañeros, cafeticultores y sembradores. Lo demás que presume el secretario Cadena es lo que desde hace años vienen haciendo los productores agropecuarios con sus propios recursos. Enrique Nachón es el mas gachón porque de plano no hace nada por el desarrollo económico. El virus lo inutilizó totalmente, solo le quedó la máscara y quejarse de que los periodistas critican hasta su “pobre” familia.

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La poca obra pública que se aprueba la encaminan a los municipios que agradan al zar Eleazar (operador político de caja), al subsecretario Elías de la SIOP y al hablantín diputado de Hueyapan de Ocampo, como ya se demostró en los propios informes “transparentados” hace poco por la SEFIPLAN.

La política social es más raquítica que la pobreza de los humildes veracruzanos de los pueblos rezagados. Algunos cientos de cuartos dormitorios y algunos frágiles paquetes de juegos infantiles de mínima duración, es lo único que la labia jarocha del secretario de SEDESOL ha enseñado a sus cuates del Face.

En el tema del ambiente, el asunto lo revisa monetariamente sobre su colchón el habilidoso procurador del medio ambiente, Sergio Rodríguez, quien ha soltado tal cantidad de requerimientos y “proyectos de remediación” que nadie de los inversionistas se le escapa. Extrañamente este letrudo y pesudo funcionario no ve que están talando el bosque de niebla los invasores que tampoco mira Eric Cisneros en Coatepec, donde habita.

Pero lo más asombroso de la semana son los miles de millones de pesos que ya observó la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y que Cuitláhuac mediáticamente ordenó solventar. Pero lo que nadie imaginaba es que se sacara de la rollosa manga esa hermosa historia preelectoral y distractora de que van a pagar 11 mil millones de pesos al SAT por las deudas de la UV y otros entes supuestamente atrasados con Hacienda.

No sería mala idea que los colegios de contadores públicos analizaran esa pomposa información con la que se pretende minimizar y distraer el trancazo acusatorio de la ASF. Porque al paso de los años, los veracruzanos ya no sabrán ni lo que entró ni lo que salió, pero sí la creciente deuda pública. En estos temas, hace falta que alguien ajeno venga a verificar los porqués, los cuántos, los cuándos y los para qué. Porque Delia, la mujer dormida del ORFIS, no hará nada y nada le interesa más que cobrar su sueldo y apoltronar su existencia en la oficina principal. 

Los veracruzanos ya se cansaron de tan abundante y extraña espesura burocrática en las dependencias del gobierno del estado, que no deja ver nada a nadie. Demasiado atole con el dedo, sin logros que cuenten y que valgan. Cuentos en exceso y cuentas sin claridad es lo que hay. No hay obra pública, siguen los grandes préstamos, no se pagan las deudas, pero eso sí: hay recursos para pagar miles de millones al SAT. ¿Qué significa esto?

Parafraseando a López obrador bien podríamos pedir: “Cuitláhuac, ya chole con el atole”.    

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