José Antonio Flores Vargas

A como se ven las cosas, y después del zipizape que le provocaron el miércoles en el Congreso del Estado al gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, sus visitas a las más altas instituciones del poder local, no pueden ser calificadas como simples saludos de cortesía para sembrar las bases de una mejor coordinación, cuando llegue la hora de asumir la gubernatura, el primero de diciembre de este año.

Lo que en realidad se propone Yunes Linares en esas reuniones, es hacer sentir a los principales actores políticos de Veracruz, que a partir de que tome posesión del cargo, habrá cambios a fondo en las estructuras de gobierno, así como una manera distinta de hacer política.

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Una de esas instituciones, que visitó el martes pasado, es la Universidad Veracruzana. El problema financiero que atraviesa esa casa de estudios y la actuación protagónica de su máxima autoridad, Sara Ladrón, motivaron la presencia en la Rectoría, de Yunes Linares. La conferencia de prensa ulterior, junto al águila de Los Lagos, deja varias lecturas interesantes. Observarlo junto a ese emblema universitario, nos hizo recordar que las águilas son aves territoriales que siempre hacen sentir su dominio.

Apenas la semana pasada, Yunes Linares había estado con los integrantes del Poder Judicial, en una reunión con su titular Alberto Sosa y los Consejeros y Magistrados. Por cierto, una anécdota que comparten estos personajes, es que ambos fueron funcionarios de la Dirección General del Patrimonio del Estado, recién egresados de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana.

De esa oficina, donde se regulariza la tenencia de la tierra, Yunes tiene grandes recuerdos. Allí se inició en la administración pública como subdirector; en esa época compró su primera casa y contrajo matrimonio. Debido a la medianía del sueldo y a su peculiar arrojo, tuvo que encauzar su pequeño automóvil en un trayecto nocturno hasta Acapulco, para poder disfrutar el viaje de bodas con su esposa.

De ese cargo pasó a otra área importante y lejana, solamente porque le ocasionaba inseguridad a su viejo director, Francisco López Lara, quien era amigo cercano del gobernador Rafael Hernández Ochoa. Los que lo conocieron en su juventud, cuentan que desde esa época, Yunes Linares dejaba sentir su enérgica presencia en las esferas gubernamentales.

A lo largo de su trayectoria, Miguel Ángel Yunes se ha caracterizado por asumir riesgos y consecuencias, aciertos y desaciertos. No extrañe ahora, que en el cumplimiento del mayor sueño de su vida, como declaró, ponga toda su energía y conocimientos en dirigir todas las áreas que tengan que ver con la atribución que estrenará en diciembre próximo.

En el caso de la Universidad, los asesores de Yunes deben estar revisando minuciosamente la veracidad de la deuda reclamada, la lista de acreedores y las actividades, que dicen, dejaron de hacer por la insuficiencia de recursos. También estarán armando estrategias con relación al porcentaje anual que acaban de fijarle a la Universidad en el presupuesto estatal. Merecido, pero quizá imposible, ha comentado Yunes en corto. La prensa local ya consignó su posición a ese respecto.

 Y ese análisis lo deben estar haciendo ya, si se considera cierto el rumor de que en estos días el Gobierno de Duarte pagó 1,600 millones de pesos de esa deuda.

Pero aquí, es donde saltan varias cuestiones. Suponiendo sin conceder, la primera pregunta es, de dónde salió ese dinero que se pagó y de qué fondos. Acaso hicieron uso de alguna línea de crédito aprobada hace algunos meses. Si fue así, pudiera acusarse de omisión y opacidad al Gobierno del Estado. Por otro lado, también habría que ver si el recurso supuestamente pagado, es de origen federal, y de ser así, por su período de ejecución/operación a destiempo, podría obligar a su reintegro a la Tesorería de la Federación.

Cualquiera puede pensar, si ese es el caso, que el recurso sólo pasaría al registro de las cuentas universitarias como ingreso, para ser devuelto inmediatamente sin poder ejercerse, como establece la normatividad. Y la pregunta continúa de esta forma: entonces, para qué reclamaba Sara Ladrón, dineros que ya no iba a poder ejercer.

Todo este embrollo deja muchas dudas. No vaya a ser que la serie de cuestionamientos y silencios, que se están sucediendo en torno a la situación financiera universitaria, sea precisamente el hilo conductor que lleve a Yunes Linares, a encontrar las verdaderas claves que mueven este asunto y a tomar el control de la Universidad. A él no le importará que empiece a decaer la imagen de transparencia que intenta la Rectora Sara Ladrón.

Nadie debe olvidar que la Universidad Veracruzana es sólo una parte del todo. De ese Veracruz que anhelan los veracruzanos y que a partir del primero de diciembre de este año gobernará Miguel Ángel Yunes Linares.

 

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