Las intenciones políticas que pudiera tener la familia de Miguel Ángel Yunes Linares, en estos momentos podrían ser reducidas a cero, si se atiende al amenazante efecto cucaracha (matar a una, dejarla a la vista para que el resto corra) que se percibe en el escenario nacional, a raíz de la detención de Emilio Lozoya y todas las cosas que pudiera decir el exdirector de PEMEX en su estrategia de defensa, sean estas con efectos legales, o simplemente con objetivos distractores o destructores netamente obradoristas.

Y para terminar de entender el silencio y la atinada cautela política observada en el hombre fuerte del estero de Boca del Río, basta con conocer las posibles implicaciones y riesgos jurídicos en torno al asunto de las Ciudades Judiciales que lideró y acomodó a los intereses yunistas, el abogado Edel Álvarez, durante su gestión como Magistrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia. Los que conocen cómo opera la cúpula del Poder Judicial del Estado, podrán explicar plenamente las votaciones favorables a los seis nuevos magistrados hace pocos días, que hicieron diputados azules afines a Yunes Linares.

Estas son las circunstancias que tratan de aprovechar el Chapito Guzmán, el senador Julen Rementería y su hijo Bingen, para que éste último logre ser candidato del PAN a la alcaldía del municipio de Veracruz. Al mismo tiempo los morenistas, prefieren al joven Rementería, antes que a un yunista azul como candidato en el puerto de Veracruz, que pudiera quitarle votos al diputado Ricardo Exsome, el acaudalado prospecto morenista al mismo cargo edilicio o para reelegirse en la cómoda curul legislativa.

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Emilio Lozoya y su cauda de informaciones y delaciones respecto al Caso Odebrecht, está siendo utilizado para desacreditar y enterrar a lo que queda del PRI, salpicando en lo que pueda a los políticos de otros partidos, principalmente del PAN, con el fin de evitarse años de cárcel, como desean y manipulan los calculadores jefes de la cuarta transformación.

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Esto significa que el efecto cucaracha del proceso a Lozoya, deberá durar durante todas las etapas de la elección intermedia de 2021. Los opositores de AMLO -entre ellos, Yunes Linares y su equipo-, tendrán que guarecerse en los oscuros rincones del ostracismo y la inacción política, si quieren librar tan peligrosas repercusiones.

Hasta ahora, todo indica que López Obrador quiere mostrarse como un presidente demócrata, que solo desactivará a lo que queda del priismo y a uno que otro no convencido, que pudiera causarle problemas. Y los panistas tendrán que aceptar que deben seguirse preparando para tiempos más bonancibles, guardando las armas por esta ocasión, bajo el entendido de que la fiesta es de otro, y que ésta va en su primera mitad.

De este modo, las intenciones que pudiera tener la familia Yunes Márquez, en la figura de Miguel hijo, deberán ser pospuestas para mejores tiempos. El primogénito viene de una dura derrota, y no le conviene otra tan cerca, y menos con un padre amarrado a un arsenal de causas pendientes, a la que podría sumar alguna otra, derivada de la gestión de su hermano Fernando.

Estos son años de espera. Hay tiempo de varas y otros de calma; y por ahora, tiempo de aguantarse las ganas.

Pero Miguel Ángel conoce a la perfección el efecto cucaracha. Lo ha puesto en práctica en muchas épocas de su vida, la más reciente, durante su gestión como gobernador de Veracruz, cuando tomó varias decisiones solo para apaciguar o echar abajo intenciones en su contra.

La oportunidad hace al ladrón y estos no se transforman.

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