De varias maneras se ha comentado sobre la campaña de Miguel Ángel Yunes Márquez para alcanzar la gubernatura del estado. En este portal alguna vez se hizo referencia a su acierto en construir el imponente Foro Boca, una de las principales edificaciones para la cultura y las artes que se han levantado en la entidad veracruzana, cuya inauguración ocurrió en diciembre pasado en la ciudad de Boca del Río, cuando el ahora precandidato era la máxima autoridad de ese municipio.
Y su calidad de aspirante a gobernador, se conoce y se acepta por muchos, desde los tiempos en que su padre, el licenciado Miguel Ángel Yunes Linares, hacía lo propio para llegar a la silla principal del Palacio de Gobierno en Xalapa.
Pero algo preocupante está sucediendo en el entorno inmediato de Yunes Márquez. En estos días, el precandidato ha soltado algunas perlas que indican premura y ansiedad, y que las cosas no andan muy bien. Quizá sea por arrogancia, por soberbia, por lealtad mal enfocada, o acaso por miedo encubierto, porque siente que la campaña empieza a trastabillar.
La primera equivocación fue aquella expresión de “A mí no me toca competir con Cuitláhuac, es López Obrador…”. Esa afirmación parece ser una mala idea y una peor estrategia, si es que de eso se trata.
La más reciente pifia fue cuando se refirió al alcalde de Minatitlán con expresiones despectivas y a la ligera -que no le competían a él- calificando el tema de las ya famosas despensas con leche descompuesta, como “un escándalo estúpido, y los que lo hicieron quedaron como mentirosos y ridículos”. Debemos preguntarle, qué es lo que ganaba él con esa declaración -un despropósito y exageración- no pedida por nadie, estando en plena precampaña.
Independientemente de su facilidad de palabra tronante, hasta donde se conoce, Miguel junior ha hecho dos buenas gestiones como alcalde y otra regular como diputado. En lo político ha ejercido un control hegemónico en Boca del Río y hasta ahora, ninguna persona visible lo acusa de cuestiones de corrupción o irregularidades. Todo en orden. Y el hecho de que pretenda ser sucesor del gobernador, alguien que es su hijo, se ve únicamente como todos aquellos ejemplos de nepotismo presentes en éste y en otros países. Nada nuevo, aunque nada bueno.
Porque aceptar que Yunes Márquez está compitiendo contra López Obrador, no indicaría más que pensar ya en una derrota aceptada desde ahora, puesto que esa sería una lucha entre un David y un Goliat en estos momentos. Andrés Manuel lo barrería con efecto tsunami, aunque quizá con algunas dificultades en los municipios de Boca del Río y Veracruz. El hijo del gobernador debiera entender que su campaña a ese cargo es contra dos aspirantes más, uno del PRI y otro de MORENA, no contra personajes de mayor nivel que él, como es el caso del adelantado Peje.
En el apestoso caso “lechegate”, la sobrada expresión yunesmarquista contra el alcalde minatiteco, no muestra más que un exceso y una soltura de boca originada por motivos hepáticos.
Consideremos que ese incidente sucedió ahora, cuando el ofensor es simple precandidato. Cómo serán, entonces las cosas, cuando a Yunes Márquez, en el supuesto de que gane la gubernatura, lo hagan enojar y empiece a soltar esa clase de respuestas viscerales, imperdonables en alguien preparado en el extranjero y que intenta demostrar que tiene tamaños para convertirse en estadista.
Se entiende también, que cuando conoció las acciones y argumentos del munícipe del sur, el ágil boqueño reaccionó rápidamente en defensa del honor de su señor padre, el gobernador, puesto en duda por el atrevido ¿o manipulado? alcalde morenista.
La pronta defensa sería legítima, si se tratara únicamente del señor Yunes Márquez como persona. Pero el problema es que en ese publicitado asunto, habló o se le escucha como candidato a un gobierno. Y hasta en eso, el político debe aprender a medirse. Ahí tenemos el ejemplo de un Américo Zúñiga, quien en un exceso de cariño fraternal y de estulticia, en su sobredimensionado papel de alcalde, erigió en un área pública la estatua de su difunto padre.
En torno al tema de las leches agrias, la lapidaria frase de Yunes Márquez y el afán solidario e irreprochable con su progenitor, sería como el equivalente a erigirle una estatua virtual. Porque la del exalcalde Zúñiga, es una, pero de pesada roca, y esa idea autocomplaciente, como otras suyas de cuestionada política, resultaron como augurio fatal en este año electoral, ya que debido a su “solidez” se está transformando en una inmensa mole que puede sepultar hasta a las más elevadas ambiciones políticas.
Pero guardando las esclarecedoras comparaciones, sería oportuno que en el cuartel azul, alguien tuviera el valor de alertar al candidato frentista. Porque la gente percibe que Miguel Ángel Yunes Márquez suele irse de boca. No sea que dicha inclinación lo haga caer de bruces para no levantarse.
Sólo hay que recordar a otros candidatos punteros que no hace muchos años cayeron por hablar de más.