A Veracruz se le han juntado muchos problemas en corto tiempo. Además del riesgo que representa el próximo presidente de Estados Unidos para las remesas veracruzanas y los efectos a la economía local ocasionados por el gasolinazo de Peña Nieto, el tema del empleo no podía estar peor.

El día de ayer, el periódico El Financiero dio la noticia de que los estados petroleros están perdiendo 5.7 plazas por hora, destacando que en 2016 los estados de Veracruz, Tabasco y Campeche perdieron en conjunto 50 mil 346 empleos formales, tres veces más que en 2015, de acuerdo con datos del IMSS.

El diario señaló también que dichas entidades están sumergidas en una crisis de empleo, motivada por el descenso de los precios del petróleo y la baja productividad en ese sector, que adicionalmente ha ocasionado una depresión de nuevas inversiones, afectando tanto al empleo directo como al indirecto.

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Para Veracruz lo más grave fue que se dieron de baja más de 16 mil empleos en 2016, además de que el declive de PEMEX arrastró a otros ramos, entre ellos el inmobiliario y los de infraestructura, hostelería y alimentos.

Si a esto le sumamos la inseguridad pública y el despido de miles de empleados del gobierno del estado, podemos inferir que los años que vienen van a ser caóticos para Veracruz. Hasta ahora, se ha hablado de la destitución de trabajadores en las secretarías de educación, desarrollo social, salud, infraestructura y obras públicas, turismo, protección civil, en varios organismos descentralizados y también en órganos autónomos como la Fiscalía General del Estado.

Pero la afectación de los ingresos familiares se da también de otras maneras: han anunciado la cancelación de taxis irregulares, el desalojo de comerciantes informales en Tuxpan, además de los miles más que se irán bajo el socorrido esquema de “despedir aviadores” que se observa en algunas instituciones del estado. Todas esas modalidades enviarán gentes al desempleo, con nulas posibilidades de ganarse el sustento diario.

A como van las cosas en Veracruz, en lugar de cifras de empleos creados, que sería lo normal, nos tendremos que acostumbrar a recibir sólo noticias y estadísticas de trabajadores despedidos en cada una de las dependencias del gobierno yunista, como ha venido sucediendo en estos casi cincuenta días de gestión.

La única esperanza para los miles de desempleados, si se puede reconocer como tal, es el hecho de que el propio régimen trajo a un entusiasta secretario de desarrollo económico, al empresario orizabeño Alejandro Zairick Morante, quien como diputado local en la anterior Legislatura, presentó una propuesta de reforma a la Ley de Fomento al Empleo.

La sociedad veracruzana espera que aparte de ser una persona bien intencionada, sepa como traducir los planes y las leyes a la angustiosa realidad. Por lo pronto, ante los diputados de la sexagésima cuarta legislatura mostró dos perlas: “Ya despedí a 45 trabajadores de la dependencia que dirijo” y “En la SEDECOP (Secretaría de Desarrollo Económico y Portuario) tenemos a un equipo de empresarios”.

Ojalá que ese equipo que ya demostró que sabe despedir trabajadores, sirva para traer empleos que beneficien a los veracruzanos. De no ser así, Alejandro Zairick, el candidato a diputado más votado en la elección antepasada, podría ser botado de la Secretaría, o por los electores orizabeños en la próxima elección para alcalde. Porque una cosa es “legislar y firmar papeles de buenas intenciones con la federación” y otra muy distinta, la obligación de traer inversiones productivas, fomentar el empleo y crear plazas laborales de a de veras.

Y el tiempo es corto para un corazón con fondo turquesa.

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