Jesús Lezama

En tanto el presidente López Obrador sigue generando un clima de violencia con su saliva despectiva, con el desprecio a las mujeres, con los padres “golpistas” -que solo piden medicamentos para sus hijos con cáncer-, con la clase media ‘aspiracionista’, con la nueva confrontación con la que AMLO busca victimizarse con los periodistas “traidores a la patria”, volvemos al discurso de los años setenta donde había una sola voz, la del omnipotente jefe de gobierno.

En lo que parece un nuevo distractor, intenta poner en evidencia a los medios de comunicación que digan “mentiras” en contra de su administración. Pero la estrategia es fallida. Porque con rigor metodológico se ha demostrado que en sus mañaneras AMLO dice un promedio de 88 afirmaciones no verdaderas, superando por mucho al Donald Trump presidente, quien soltaba 21 afirmaciones erróneas por día. López Obrador ha superado por 4 a su colega mitómano en menos de tres años de palabrería mañanera.

No suficiente con ello, después de celebrarse en palacio nacional el tercer año de la victoria de AMLO , el show se trasladó al Auditorio Nacional. Ahí, los morenistas brindaron su apoyo rumbo a las elecciones presidenciales del 2024 a Claudia Sheinbaum, la jefa del gobierno en la CDMX, la que fue aplaudida y destapada bajo el grito de “¡Presidenta!”. 

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Como era de esperarse, al evento acudieron funcionarios cuitlahuistas (“mascotas amaestradas”, como tildó en twitter Héctor Suárez Gomís a los lopezobradoristas), quizá para que los anfitriones constataran que Cuitláhuac García solo sabe moverse a ritmo de salsa pero con penoso rumbo en Veracruz, esto porque problemas endémicos como la violencia, la inseguridad, el desempleo, la falta de inversión, la corrupción y el nepotismo están en aumento.

Pero además del efecto circense, se está abriendo un camino de violencia, porque todos saben que el poder de las palabras genera una acción. El ninguneo y las descalificaciones de los funcionarios federales y estatales a la mayoría de los sectores sociales, es un juego bastante difícil de jugar y controlar después.

En el México del siglo XXI están de regreso frases con el mismo efecto fatal de aquellas como “ese gallo quiere maíz” o “mátenlos en caliente”, que tanto agradaban a Porfirio Díaz, como también tenemos ya las decisiones de embarcarse en políticas populistas de elevado gasto deficitario y expansión monetaria para recuperar el consenso político -como en los tiempos del presidente Luis Echeverría (1970-1978)-, así como la desestabilización de la economía y el aceleramiento de la inflación.

Los mexicanos deben tener muy presente lo que señala aquella famosa ley de la ganancia y la pérdida, la que afirma que toda ganancia lleva implícita una pérdida, y que toda pérdida, lleva implícita una ganancia.

Y lamentablemente esto tiene un efecto circular.

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