Jesús Lezama

La obsesión de cualquier dictador tiene como objetivo principal la dominación política. El pasado domingo 6 de junio los mexicanos salimos a votar con la esperanza de que los poderes públicos nos solucionen la vida. Pero no es así. Hemos fallado como sociedad al no incidir en lo que tenemos opción y falló la política, como siempre lo hace.

Los partidos políticos, como grupos organizados que intentan ganar poder en el sistema político, quedaron en el bando de la primorosa izquierda y la multicolor alianza de derecha. Y aunque predominen tres tipos de sistemas políticos en el mundo: unipartidista, bipartidista y multipartidista, en México quedaron marcadas dos corrientes: los fifís y los chairos. 

Por ejemplo, en Estados Unidos existen dos partidos que dominan el gobierno: los demócratas y los republicanos. España es otro caso del mundo occidental con el Partido Popular (PP-Derecha) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE-Izquierda). Aunque existan otros institutos políticos en ambas naciones. 

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En cualquiera de esas opciones, la magia del discurso político se une a los fenómenos sociales. Es cuando se avanza trémulamente por la vida haciendo trampas y se pisa sobre terrenos donde se descubre incertidumbre. Y aunque se lamenten las promesas incumplidas o se tenga la clara visión del desengaño, la política termina por convencer que las promesas tienen mucha importancia.

Lo sucedido en estas últimas elecciones lleva a reflexionar de que un sistema bipartidista en México presentaría información política fácilmente comprensible para los votantes y ayudaría a promover el bien público. Cada partido podría presentar una filosofía más amplia de su plataforma, lo que proporcionará un equilibrio estable al adaptarse a intereses y opiniones variados.

Si esa polarización discursiva conduce al bipartidismo en México -que ya lo ha expuesto abiertamente el presidente López Obrador- se podrían desalentar los cambios repentinos en las tendencias políticas que amenazan la estabilidad de cualquier gobierno, se construirían políticas públicas a largo plazo y la participación política de los ciudadanos incrementará.

En la actualidad, la gente, primero, opto por comer y, después, por lo demás. Así que ha llegado el momento de definirse: ¿Eres chairo o fifí, de derechas o de izquierdas? 

Pero como lo expresó el poeta alemán Bertolt Brecht: “Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”.

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