Jesús Lezama

Preocupa. Preocupa porque no se ocupan de los problemas de Veracruz. Inseguridad, ausencia en la atención de la salud, falso desarrollo económico y social, corrupción, premios para favorecer a familiares y personas afines, lo principal. Hay más, hoy con eso vale.

Cierto. En Veracruz, los funcionarios cuitlahuistas -con contadas excepciones- están ausentes pero atentos al cobro quincenal, al moche con piquete de ojo. No hay vocación de servicio, experiencia. Hay improvisación e improvisados soberbios. Es lo que hay.

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Real. Nadie es un ser perfecto. El individuo está sujeto a los traspiés, y a fallar en algunos conceptos, lo que realmente preocupa es que se siga cometiendo el mismo error y se vuelva hacia las personas con la misma indiferencia y sin ningún reparo.

Observe. La actitud de los funcionarios cuitlahuistas muestra un excesivo uso del ego. No hay necesidad de protagonizar una novela, ni observar tras la ficción de un televisor su cinismo. Observa la dura realidad que se refleja aun más en la realidad estatal. 

Cinismo. La desvergüenza en el gobierno es radical. Está ausente la sinceridad o bondad humana. La actitud es la burla, la descalificación sin argumento, sin fundamento. Los funcionarios públicos transitan en la obscenidad descarada y la falta de vergüenza a la hora de mentir o defender acciones que son condenables.

Precaución. En la administración pública de Veracruz hay personas que no escuchan, salvo a ellas mismas; sobre aquello que no resulta de su interés se expresan con desdén y lo despachan con alguna clase de mofa o burla extraída de su amplio repertorio; las vidas de los otros les importan un comino a excepción que puedan sacar un beneficio (del tipo que sea) a costa de éstos.

En Veracruz se inocula un virus que se transmite por vía auditiva y sensitiva: el cinismo.

Mañana, circo y corrida, coros y corifeos en el Congreso de Veracruz.

Saca tus propias conclusiones.

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