Jesús Lezama

El que obra mal se le pudre el cu…erpo, se dice cuando alguna persona actúa de mala fe, mintiendo, traicionando o utilizando la lengua subrepticia de la maledicencia. Porque para aquellos que vociferaban, juraban y perjuraban, que no había oposición en México, arrastrados por la masa que se instrumentó desde el Palacio Nacional, es bueno preguntarles qué podrán decir ahora.

Rebasando por la derecha, apareció la senadora Xóchilt Gálvez, una mujer indígena, de pueblo, con un discurso sencillo, directo, que encendió las señales de alarma de los burlones y grotescos morenistas. En menos de una semana, en México emergió una fuerte oposición a eso que denominan cuarta transformación, que quien sabe qué significa.

López Obrador, tlatoani de las hordas morenistas, se percibe inquieto, irritado, nervioso. En sus cansinas mañaneras aumenta su belicosa narrativa contra todo lo que le molesta. Es tal su enredo mental que, cuando quiere agredir, agrada, y cuando quiere agradar, agrede, lo que dibuja a un alma resentida, porque se nota que para él todo alcanza el valor de una ofensa o la categoría de una injusticia.

Andrés Manuel creyó que menospreciando a la clase alta (fifí para él) y a la media, principalmente, podría arar en un terreno de nadie -creando confusión y desolación- y cosechar sólo para él. Aunque ha dicho cientos de veces que respeta el ‘sufragio efectivo, no reelección’, en su interior la idea de perpetuarse es su mayor anhelo. Si lo logra no será para bien.

El príncipe está entristecido. Dejó de ser el hombre destinado a terminar con la corrupción porque su gobierno y lacayos -hijos, familiares, secretarios, gobernadores, alcaldes y muchos legisladores- han sido pillados en actos deshonestos, aquello que tanto reprocharon. Por eso, no es extraño escuchar o leer que, en efecto, no son iguales a los de antes, porque salieron peores.

Es evidente el fracaso de los propósitos con los que engatusó a más de 30 millones de mexicanos. López Obrador ahora sólo tiene tiempo para humillar a sus adversarios porque su argumentación no tiene peso. Las calumnias que profiera desde el púlpito mañanero quedarán en el dolor de saberse vencido. Entristecido verá como escapan las lágrimas de sus ojos, sabiendo que pasará por otra tragedia más en su vida.

Sin embargo, sus desdichas ahora forman parte de México. Un país donde acrecentó la violencia, la inseguridad, la pobreza, el desempleo, y lo más grave, una sociedad que tendrá que soportar el rencor de un hombre que no supo gobernar una nación y quien instituyó en las administraciones morenistas la mentira como forma de gobierno.

El adversario principal de Andrés Manuel López Obrador es AMLO. La máscara de la transformación ha caído, las mentiras seguirán descubriéndose y la traición al pueblo podría detenerse con el sufragio masivo de la ciudadanía en el 2024, no votar por los candidatos y candidatas de ‘Ya sabes quien’, es la nueva esperanza de México.

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