Jesús Lezama

Día de amor, de conciliación, de encuentro, de reconciliación, es lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador deseó a los mexicanos en la mañanera Navidad.

Un montón de ilusiones envueltas en palabras bonitas. En México se vuelve a escuchar un eco del mencionado pasaje de Hamlet: “Palabras, palabras, palabras…”.

Y es que la mitad de nuestro tiempo se nos va en palabrería. El mundo no es más que pura charla, cada uno hablamos y creemos lo que se debe y lo que nos conviene. En las palabras es donde cualquier nimiedad adquiere una trascendencia inusitada.

Son tiempos de abrazos, besos, amor y paz. A donde vayas encontrarás una sonrisa y buenos deseos. Nada más. 

Sin embargo, no olvides. Ya no somos mexicanos, nos pusieron dos nombres: fifís y chairos. Ahora ya no sabemos si el bombero que apaga un incendio, si el socorrista que auxilia a un enfermo o si el médico que salva vidas, son la gente a la que destruimos la vida en las redes sociales, porque ahora resulta que todos sabemos de política.

Gracias a esa distinción “clasista” se están acabando familias, amigos y todo por las benditas redes y la política que se implementa en esta transformación, a pesar de la cartilla moral que se difunde. Ante tantas palabras vacias, alrededor de lo que escribió Alfonso Reyes, el ensayista regiomontano debe estar revolcándose en su tumba.

Así como hoy, millones de familias se reunen para celebrar la Navidad, y la próxima semana el año nuevo, no se debe permitir que se tilde de fifí o chairo a nadie. Somos mexicanos y como mexicanos debemos vivir en Paz.

No caigas en el teatro político. Mientras el teatro juega, la verdad emerge.

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