Lo recapitula Fernando Savater:
“En un mundo de votantes que se informan casi exclusivamente por Internet, que no leen prensa ni mucho menos libros, que aprecian lo chocante o truculento mas que las argumentaciones trabajadas sobre temas que de cualquier manera desconocen, que disfrutan con los histriones y se aburren con quienes miden sus palabras…
¿Qué decisiones mayoritarias sensatas pueden esperarse?
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Sí, la gente vota lo que sabe: pero casi nunca sabe lo que vota…”