Yunes Linares hace como que no entiende, pero entiende todo. La política ha sido una de sus grandes pasiones desde temprana edad. Conoce cómo funciona el aparato de gobierno, la estructura del poder, y ahora que logró su máxima aspiración, desaprovecha la oportunidad más grande que los veracruzanos le han brindado: gobernar Veracruz.

El hombre no deja de mostrar su carácter imperativo. Su rostro sigue reflejando el resentimiento contra aquellas personas que no comulgan con sus formas y estilos de gobernar. Vive inmerso en una encrucijada de pasiones y en la historia de una lucha permanente. Miguel de Unamuno decía: “Entre los pecados capitales no figura el resentimiento y es el más grande de todos; más que la ira, más que la soberbia”.

Veracruz está urgido de una reconciliación social y esa tarea bien pudo encabezarla Miguel Ángel. En nuestro estado, es necesario reparar las solidaridades dañadas. Pero a diferencia del insigne artista italiano, este Miguel Ángel sólo esculpe para él. Para nadie más, fuera de su esquema.

Anuncios

La sociedad en general, los sectores productivos y los medios de comunicación no necesitan convenir nada con el Gobernador de Veracruz. Se requieren acuerdos, pero para llegar a un buen acuerdo, no sólo se necesita voluntad y aceptación de las partes, sino que cada una de ellas aporte un poco, en aras de algo mayor y mejor.

Sin embargo, las actitudes de Yunes Linares actualizan la hipótesis de Gregorio Marañon sobre la teoría del resentimiento: “El resentido es siempre una persona sin generosidad…el que es generoso no suele tener necesidad de perdonar, porque está dispuesto a comprenderlo todo…”.

No es todo: si se ha hablado de su talento e inteligencia, debe demostrarlo con actitud y aptitud de adaptación. Son otros tiempos. Hay que tener capacidad para agradecer a los veracruzanos con acciones reales y no con discursos sin contenido. Es tiempo de superar anclajes y errores.

Publicidad