Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí... Aunque pareciera una frase abandonada por el temor a la página en blanco o porque el tema no daba para más, en sí es el cuento más breve de la literatura. Su autor, Augusto Tito Monterroso (1921-2003). Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí… Siete palabras que han inspirado la escritura de millones de páginas sobre esa sola línea que ha estremecido las letras. Y las conciencias, podríamos decir si hacemos una paráfrasis en el ámbito político de México, más propiamente, a sus habitantes y al partido en el gobierno (“En el poder”, dicen, orondos y prepotentes), el PRI: Cuando los mexicanos despertaron, el dinosaurio todavía estaba allí... Y ya entrados en exégesis también se puede extender a los demás partidos (y a sus orondos y prepotentes, que todos los tienen). El escritor hondureño-guatemalteco-mexicano fue correctamente cuidadoso para opinar de política: “Todo escritor –decía- es libre de involucrarse o no en los problemas del hombre de su tiempo, vale decir en la política. Es cuestión de temperamento, hasta de vocación. Y ha habido escritores que han puesto su vida y su obra al servicio de las causas en las que han creído, con admirable espíritu de sacrificio. Yo, en lo personal, he hecho un deslinde entre literatura y política y pretendo no mezclarlas: la literatura como arte y la política como acción”. Sin embargo, el autor de La oveja negra y Los buscadores de oro sustentaba sus fábulas en una realidad social y política en perpetuo movimiento (Movimiento perpetuo, así tituló otra de sus obras, y a él se le atribuye aquella frase de: “Mientras haya un niño sin estudiar y un padre sin trabajo, ese gobierno es una mierda”). Y decía. “Existe una enorme confusión entre democracia y capitalismo. La democracia, en nuestros países, se reduce a unas elecciones cuando se logran. Y elecciones justas se logran muy pocas veces. La verdadera preocupación de las democracias debe centrarse en el combate contra la miseria, la desigualdad, la pobreza máxima en grandes capas de las poblaciones”. Ya habría que aprender del genio de Monterroso y despertar sin los dinosaurios allí.