El discurso que pronunció Luis Donaldo Colosio, el 6 de marzo en 1994, y a 24 años de su muerte, hoy podría renovarse:

Aquí está el PRI sin su fuerza. Aquí está el PRI sin sus organizaciones; está sin su militancia, está sin la sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres. Aquí está el PRI sin su recia vocación política.

Sin embargo, Luis Donaldo seguiría diciendo:

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«¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!»

«Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.

Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.

Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar.»

Así sigue México.

De nada sirvieron el discurso y el recuerdo anual de Colosio.

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