Los discursos de los políticos son chistosos y están saturados de menciones tales como:

“Vamos a combatir la corrupción con todo el peso de la ley”; “La corrupción es lo que tiene hundido al país”; “Reformaremos las leyes para aniquilar la corrupción” y un largo etcétera.

El problema no es la corrupción; el problema es la impunidad.

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