Jesús Lezama

Ante la eclosión de tantas situaciones surrealistas en el mundo de la cuarta transformación, cada vez con mayor frecuencia la conversación nacional se topa con una pregunta inquietante: ¿qué es lo que está sucediendo en México?

Parece que, gota a gota, un veneno va calando en nuestra mentalidad y que la mentira esta pasando a formar parte de la cotidianidad social. Vamos, seguimos esperando quién dirá la mentira más grande del apocalíptico 2020 y del sexenio obradorista. 

Resulta complicado hacer un esbozo coherente que dé cuenta de cuándo y cómo empezaron a torcerse las cosas. El funcionamiento orgánico de una sociedad dada es complejo, y tratar de explicar su evolución, es como preguntarse qué fue antes, si el huevo o la gallina.

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Es una tarea compleja armar el rompecabezas para hacerse una idea cabal —o aproximativa— de dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí. Requiere demasiadas preguntas, organización mental y mucha imaginación para aspirar a conocer qué es lo que está sucediendo en el país.

Lo que es perceptible a los sentidos es que asistimos a un estado de crispación, a un diálogo de sordos entre políticos y ciudadanos, identidades e individuos, científicos y humanistas e integrantes de la sociedad civil, que está llevando al límite un sistema de gobierno que parecía incuestionable: la democracia.

Platón tenía la creencia de que la democracia es la segunda peor forma de gobierno porque inevitablemente decae en tiranía. Así que dotaron a la nueva democracia de separación de poderes y de un delicado sistema de equilibrios y contrapesos.

Pero en los delicados engranajes y resortes de la democracia hay cada vez más cuerpos extraños que impiden su correcto funcionamiento, desde hace tiempo no estamos manteniendo el reloj adecuadamente. La maquinaría rechina y amenazan con hacer que los resortes salten por los aires.

Los relojeros de la cuarta transformación, guiados por su mesías mañanero, están dedicados a una polarización y al estrechamiento de relaciones entre la prensa y el poder político; a hacer de la política algo complejo y alejado de la comprensión del público. Todos estos cambios, y otros muchos, contribuyeron notablemente al progresivo desajuste de la delicada maquinaria.

En este caso, el uso de las redes sociales, por parte de esos relojeros de la 4T, vuelven a confundir causa y efecto, ya que se empeñan en acrecentar la polarización. Resulta verdaderamente trágico que unos políticos ignorantes de cuarta vengan a echar tanto sacrificio por la borda con su incompetencia y fanatismo.

Tanto moralismo y triunfalismo de esos transformadores de cuarta hace que se nieguen a escuchar una opinión. Con apresuramiento en ideas y actos, van seguros de que esa opinión es falsa y afirman que poseen la verdad absoluta.

Olvidan que la capacidad de gestión cuenta, y no importa la cantidad de actitud que uno ponga si no es apto para un empeño. La ética incorpora la aptitud de suyo, puesto que solo actúa moralmente quien asume aquello para lo que está preparado, y se baja del barco si acaso la labor le supera.

Vaya esquizofrenia la que se vive. No obstante, en las elecciones del 2021 comprobaremos si Darwin tenía razón: las urnas pondrán a prueba la evolución de la especie.

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