En su comunicado dominical, la Arquidiócesis de Xalapa celebró el Día de los Reyes Magos, así como la unión familiar con motivo de la ocasión y reitera que una nueva vida, como la del Niño Jesús, será siempre fuente de esperanza, una puerta que se abre al futuro y una promesa del porvenir.
A continuación el texto íntegro:
DÍA DE LOS REYES MAGOS.
Cada 6 de enero celebramos el Día de los Reyes Magos. En México es un día muy especial para la familia. Para los niños es una jornada que se espera con mucha emoción porque los Reyes Magos les traen regalos. Los que traen regalos se parecen más a los magos que a los reyes. Para la familia es también una ocasión para reunir a todos sus miembros o a sus amigos y compartir la tradicional rosca.
En el Día de Reyes, todos tienen algo que hacer, unos lo esperan con ilusión porque descubrirán los presentes que les han traído, otros disfrutan las emociones que estos regalos causan en los niños.
La tradición de los Reyes Magos encuentra su inspiración en los relatos de la infancia de Jesús, específicamente en el evangelista San Mateo 2, 1-12, donde entre otras cosas se dice que “unos magos que venían de Oriente, se presentaron en Jerusalén, diciendo ¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo” ( vv 1-2). Luego de preguntar y escuchar al rey Herodes, siguieron su camino hacia Belén. Una estrella fue la que les indicó el lugar donde estaba el niño Jesús. “Al entrar en la casa, vieron al niño con María su madre, entonces se postraron y lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (v.11).
El relato bíblico contiene muchas enseñanzas para el mundo cristiano. A esta festividad la Iglesia católica la conoce como la fiesta de la Epifanía. El término hace referencia a la manifestación o revelación de Jesús a toda la humanidad hecha a través de estos personajes del Oriente. En este periodo navideño hay en realidad varias epifanías: el nacimiento, la adoración de los magos en Belén y el bautismo de Jesús.
La búsqueda y experiencia de encuentro con Jesús que llevan a cabo los magos de oriente habla de la universalidad de la salvación. Así alcanza su plenitud aquella profecía de Isaías, referida por San Lucas “todos los pueblos verán la salvación” (Lc 3, 5). Se trata de la vocación de todos a la salvación. Dentro del relato de la infancia de Jesús, los magos de oriente son los primeros extranjeros que se acercan a adorar al Hijo de Dios.
El evangelista San Mateo, presenta a los magos de Oriente como modelo en la búsqueda del Señor. En efecto ellos se dejan guiar por una señal celeste, buscan al Mesías, se ponen en camino y cuando lo encuentran, se postran, lo adoran y le ofrecen sus regalos.
En el relato de la adoración de los magos, contrasta el comportamiento del Rey Herodes y la conducta de los Magos de Oriente. Herodes ve al recién nacido como una amenaza y por ello su política estará marcada por la muerte, buscará al niño para matarlo; de hecho al no encontrarlo, más adelante ordena la ejecución de los niños menores de 2 años. Usa todo su poder para destruir la vida que se está desarrollando. El Rey Herodes cierra las puertas a la trascendencia y al futuro, es expresión del egoísmo cómodo que ve en el exterminio y la destrucción de la vida una salida a sus propósitos.
Los Magos de Oriente por su parte, siguen una señal celeste, se dejan interpelar por ella y se ponen en camino para ir a buscar al rey de los judíos. Estos magos de oriente arriesgan su vida, se exponen en un viaje y no descansan hasta encontrarse con el Hijo de Dios. Al descubrirlo, se postran, lo adoran y le ofrecen sus regalos. Los Magos de Oriente, a diferencia del cruel Herodes, expresan con su conducta una apertura a la vida naciente, van en busca del niño Jesús. Al encontrarlo se llenan de alegría. Una nueva vida será siempre fuente de esperanza, es una puerta que se abre al futuro, es una promesa del porvenir.
Es bueno escuchar la voz de Dios, y como los Magos de Oriente, ponerse en camino para buscarlo donde lo podamos encontrar y al descubrirlo, adorarlo y ofrecerle lo mejor de nosotros, lo mejor de nuestra vida. El encuentro con Dios siempre será fuente de vida y de esperanza.