Xalapa, Ver. – En una sesión nocturna donde los colectivos de desaparecidos fueron “invitados” a esperar afuera unos minutos -cosas de la democracia eficiente- el Congreso de Veracruz aprobó una reforma que, según sus promotores, moderniza la procuración de justicia, y según sus críticos, convierte a la Fiscalía en una oficina más del Ejecutivo. La votación quedó lista apenas a tiempo para que la fiscal Verónica Hernández Giadáns prepare su probable mudanza.
La nueva norma reduce el periodo del fiscal de nueve a cuatro años, permite ratificación por decisión directa del gobernador o gobernadora, y concede al Ejecutivo la capacidad de proponer y remover al titular prácticamente con la misma facilidad con la que cambia a un secretario. Todo ello, por supuesto, bajo el elegante mecanismo de “si el Congreso no responde, se entiende que dijo que sí”. Autonomía a la veracruzana.
La arquitectura de la reforma: el silencio legislativo como acto de aprobación
El Ejecutivo enviará una propuesta; el Congreso tendrá cinco días hábiles para pronunciarse. Si no lo hace, asunto resuelto: la persona queda nombrada. Si la rechazan, el Ejecutivo envía otra. Y si tampoco hay pronunciamiento, también queda designada. El silencio, al parecer, es el nuevo arte de gobernar.
La remoción sigue el mismo patrón: si en cinco días el Legislativo no objeta, el fiscal sale. Quien encabece el Ejecutivo ahora podrá despedir al titular de la Fiscalía casi con la misma formalidad que se requiere para cancelar una cita.
Los aplausos: cuando el oficialismo ve “coordinación” donde otros ven control
Movimiento Ciudadano y el PT se deshicieron en argumentos técnicos para explicar que el modelo anterior era estático, transexenal y estorbaba. La diputada Elizabeth Morales y el diputado Ramón Díaz hablaron de diagnósticos, armonizaciones, evaluaciones y otros conceptos que suenan muy bien en el papel y que rara vez se prueban en la realidad.
El Partido Verde, como siempre, fue más directo: “fortalece a Veracruz”, dijo el diputado entreguista y rey de la zalamería Carlos Marcelo Ruiz. El detalle de quién queda fortalecido dentro de Veracruz es, por lo visto, irrelevante.
MORENA, con discurso enfocado en la “construcción de paz”, insistió en que la reforma elimina vicios del pasado. Lo que no quedó claro es si entregar el control de la Fiscalía a una sola figura aplica como vicio nuevo o como virtud inédita.
La inconformidad: la oposición enumera los riesgos, y el dictamen avanza igual
Desde Veracruz nos Une, Montserrat Ortega advirtió que la reforma altera el equilibrio institucional y debilita la autonomía de la Fiscalía. El PAN, por voz de Indira Rosales, recordó que no por haber tenido fiscales poco autónomos en el pasado se justifica normalizar la subordinación en el presente. “¿Alguna vez hemos tenido un fiscal autónomo? Probablemente no”, dijo. “Pero eso no significa que debamos dejar de intentarlo”.
La diputada Elena Córdova llevó el tono a un nivel más llano: comparó a la 4T con “un ladronzuelo” operando reformas de madrugada. También señaló que el dictamen elimina requisitos como no haber ocupado cargos partidistas recientes, un cambio que huele menos a modernización y más a “dejemos la puerta abierta para quien ya tenemos en mente”.
Entre la modernización y la obediencia
Quienes defienden la reforma hablan de eficiencia, actualización constitucional y combate a la impunidad. Quienes la critican ven un diseño institucional que incentiva la obediencia antes que la autonomía. En medio queda la ciudadanía, esa que exige justicia, verdad y respuestas, pero que observa cómo el rediseño de la Fiscalía se realiza a toda velocidad y en dirección al Ejecutivo.
La sesión dejó clara una cosa: en Veracruz, la separación de poderes sigue siendo una metáfora optimista. Y la Fiscalía, con todo y sus nuevos requisitos y discursos de esperanza, corre el riesgo de convertirse en algo más simple: la sala de al lado del despacho de quien gobierna.
Veracruz estrenará en los próximos días nuevo fiscal, y la era de las venganzas seguirá siendo la constante en un estado donde el llamado “segundo piso de la transformación” no solo promete justicia: promete hacer correr a más de uno. Porque aquí, más que una Fiscalía renovada, parece que lo que viene es una Fiscalía remodelada pero para uso exclusivo del inquilino del piso de arriba.








