Debido a los debates que se están presentando sobre los problemas de corrupción, a nivel local y nacional, y las difíciles experiencias que han significado frustración y daños muy graves a la sociedad y a las instituciones públicas, creo que será de utilidad compartir con los generosos lectores mis experiencias, tanto en el sector público como en el privado, y contribuir no sólo a la discusión y la polémica, sino a la propuesta de una serie de medidas que, en mi modesta opinión, pueden ser de utilidad para mejorar las buenas prácticas de control gubernamental y perfeccionar los procedimientos y las normas para que la sociedad se beneficie de un control más eficaz y trasparente de los recursos públicos y, por supuesto, de los gobiernos honestos que con toda razón y derecho exige.
En las próximas entregas trataré de compartir con toda sinceridad y apertura mis experiencias buenas y malas, lo que viví durante mi breve paso por el Gobierno de Veracruz, las cosas buenas, los errores que se cometieron, las colusiones que se tuvieron de entes fiscalizadores y los verdaderos culpables de que todo esto ocurriera. Creo que es mi deber de ciudadano hacerlo, pensando en lo inmediato pero también en Veracruz y el país que queremos para el futuro. Y también creo que la sociedad merece respuestas claras a sus inquietudes y expectativas.
Lo hago con la mejor buena fe y con la intención de que estas colaboraciones sean de provecho. Sé que habrá cuestionamientos y críticas, de todos seré respetuoso pues precisamente de lo que se trata de es abonar a un clima de entendimiento y consenso, pero también a la legalidad y a la justicia.