Es fácil reconocer que la posibilidad de que una mentira sea acogida como verdad depende, entre otros factores, de la credulidad del que la escucha, lo que, a su vez, tiene mucho que ver con la ignorancia que se tenga acerca del caso.

Esta sucinta reflexión brota porque se divulga profusamente un documental intitulado “2016, el año de la crisis”, el cual ofrece dar a conocer los orígenes de los malos manejos de los dineros públicos en Veracruz y las luces del por qué están a punto de debacle las finanzas públicas y por ende la economía de los veracruzanos. 

Llama la atención que varios de los opinadores o actores son personajes de una cuestionada calidad académica, política y moral, como Hilario Barcelata y Sara Ladrón de Guevara, ambos súbditos del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares, así como la participación del non plus ultra de las finanzas José Luis Lima Franco, secretario de Finanzas del cuitlahuismo y retenido, perdón, ratificado en el mismo lugar por la próxima gobernadora Rocío Nahle.

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En política es habitual admitir el gran papel que juega la mentira, precisamente porque los que se dejan engañar por ella tienen un interés positivo en creer que es verdad lo que se les cuenta. 

Los cálculos de servilleta y las quejas de empresarios chapuceros, que se observan en el tráiler del documental, refuerzan la idea de que los números han hecho tanto por la civilización y por nuestro bienestar que produce escalofríos ver que pareciera que han caído en las garras de agoreros y mentirosos.

El uso político de los números que se está poniendo más de moda es el de emplearlos como agentes del miedo, como promotores tempranos de alarma. Aquí se unen la mala fe de los que originan el tumulto con la pavorosa ignorancia numérica de quienes los expanden a los cuatro vientos.

Pronto se descubrirá quién (es) intentan vacunarse con ese documental ¿de cuarta?, producido por la Cineteca Veracruz y que estará disponible en algunas salas de cine.

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