Un nutrido grupo de feligreses mexicanos viajaron hasta el Vaticano para asistir a la ceremonia durante la cual el Papa elevó al rango de cardenal, al arzobispo emérito de Xalapa, Sergio Obeso Rivera.

Los fieles, la mayoría de ellos procedentes de Veracruz, participaron este jueves primero en el Consistorio cardenalicio presidido por Francisco en la Basílica de San Pedro, y luego acudieron a saludar al purpurado durante las llamadas “visitas de cortesía”.

En el atrio del Aula Pablo VI se le reservó un sitio especial a Obeso, quien recibió allí a familiares, amigos, conocidos e, incluso, desconocidos que acudieron a saludarle, abrazarle y tomarse fotos con él, quien mantuvo siempre las tradicionales vestimentas coloradas.

En entrevista con Notimex, el nuevo cardenal aseguró que haber sido elevado a esa dignidad significa “una nueva manera de servir a la Iglesia” aunque, por su avanzada edad, no tendrá un trabajo especial asignado. Agregó que entiende su misión desde el rezar y pedir mucho por la Iglesia, en especial por los católicos de Veracruz.

Reveló que supo de la noticia de su cardenalato en la fiesta de Pentecostés cuando, en torno a las siete de la mañana, un sacerdote colaborador íntimo suyo le dijo: “Felicidades porque lo acaban de hacer cardenal”. Él se quedó congelado y preguntó de nuevo: “¿Estás hablando en serio?”.

Y luego, lo primero que se le ocurrió fue: “Yo no soy para eso, yo no soy para eso”. “Para nosotros, sobre todo en la Iglesia en la que me tocó formarme, éramos educados casi a la militar, de tal manera que lo que dicen de arriba no es cuestión de discutirlo”, siguió.

Además afirmó que piensa haber sido elegido purpurado “por las espaldas que tiene”.

“Creo que a eso se debe que en otros trabajos que tuve también me hayan reelegido, por ejemplo tres veces como presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Creo que a eso se debe, a que tengo buenas espaldas”, continuó.

Además, aclaró que cada vez que le tocó encabezar a personas en diversas instituciones, siempre le dio resultado echar mano del lema de San Agustín: “En lo necesario unidad, en lo opinable libertad y en todo caridad”.

Cuando recibió el capelo le dijo al Papa: “Gracias Santo Padre, fue lo único. Me di cuenta que no se le podía decir nada más, pero yo hubiera querido recordarle un conocido muy cercano a él, que fue un maestro muy querido durante mis estudios aquí en Roma, un jesuita argentino que se llamó Hugo de Achaval”.

Y a los feligreses mexicanos, les pidió: “Rueguen por mi porque yo tengo cerca el final, soy realista, para que cuando me toque ese examen, que es un poquito más exigente que los de acá abajo, tenga misericordia de mi el señor”.

 

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