Xalapa, Ver. Entre estas luces y sombras que se tejen en torno a la figura femenina, la arquidiócesis de Xalapa dijo orar para pedir por el cese de la violencia en México, por todas las mujeres que han sido asesinadas o desaparecidas o que son víctimas de algún tipo de violencia.

Su vocero, José Manuel Suazo Reyes, se pronunció porque el país sea un lugar de oportunidades para que la mujer pueda desarrollarse ampliamente, sin menoscabo de su integridad, en su papel de ser madre, esposa, empresaria, servidora pública, educadora y constructora de la sociedad. 

“Que las mujeres puedan disfrutar también de los espacios públicos sin experimentar miedo a ser acosadas, agredidas o violentadas. Que la mujer sea respetada, reconocida y promovida en todo el arco de la existencia”, añadió.

En su comunicado dominical, señaló que el 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, por lo que expresó su reconocimiento, respeto y admiración a todas las mujeres quienes con su femineidad contribuyen en la construcción de nuestra sociedad. 

Añadió que la mujer desarrolla un papel muy importante en el mundo como persona, madre, educadora, trasmisora de la fe, empresaria y servidora pública, entre otras tantas funciones que desempeña. 

“Desde la óptica de la fe (Cfr Gn 1, 26-2, 25), la mujer ha sido creada con la misma dignidad del hombre, es una criatura salida de las manos de Dios, hecha a su imagen y semejanza. Ella está abierta a la trascendencia, dialoga con su creador, a ella también se le ha entregado el dominio de la creación”.

Subraya que la misión de la mujer no se reduce sólo al rol de la maternidad, pues ella también ayuda a crecer al ser humano, contribuye en su formación y lo enriquece.

“La mujer además de ser madre es maestra de la vida. La mujer acompaña y ayuda a los hijos para que pasen de ser creaturas dependientes a convertirse en personas autónomas y maduras”, dijo.

Remarcó que como educadora en la fe, la mujer es de ordinario quien dedica más tiempo “para acercarnos a Dios; desde la oración silenciosa que hace cerca de la cuna, hasta la invitación perseverante para que los hijos no se olviden de su creador”. 

“Por su especial sensibilidad y ternura, la mujer es la que cuida principalmente el crecimiento espiritual de los hijos y quien mejor muestra el amor de Dios desde la pequeña iglesia que es la familia”, sostiene.

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